En la calle del Progreso, uno de los ejes principales de desarrollo de Ourense, con el que se adentró en la modernidad, en el siglo XIX, sobre la piel de la carretera Villacastín-Vigo, el paso de los años había dejado vacíos y en claro deterioro varios edificios singulares que en su día expresaban el esplendor de la ciudad.
En una arteria en la que se encuentran inmuebles con historia como el Pazo Provincial, el Simeón –el actual centro cultural Marcos Valcárcel–, la sede de Correos o el Palacio Episcopal, así como espacios emblemáticos como el muro puente de As Burgas, la Plaza de Abastos más la Alameda y los jardines de Obispo Cesáreo –de origen medieval–, el arquitecto Quico Jorreto ha diseñado la recuperación, con un planteamiento contemporáneo, de dos edificios residenciales del año 1890: los números 57 y 59, inmuebles catalogados en los que se respetarán las fachadas.
Salvados problemas burocráticos que retrasaron el inicio de la ejecución, las obras están en marcha desde hace un par de meses y tienen un plazo de algo más de dos años. La remodelación dotará 16 viviendas de diseño. Un bloque tendrá seis alturas y el otro, cinco. La constructora es Desarrolla.
El proyecto, de 2016, recibió licencia en 2018, con el visto bueno de Patrimonio. Un problema de financiación bancaria, con retrasos en el papeleo necesario, demoró el inicio de la obra. “Se trata de la rehabilitación y ampliación de dos edificios de viviendas con protección de fachadas. Las traseras ya no existen, están derruidas. Se propone conservar las fachadas principales a la calle Progreso y dar a las edificaciones el fondo establecido por la ordenación, de veinte metros. También se propone unificar el portal y núcleo de comunicaciones verticales de ambos edificios, pero manteniendo la diferenciación de ambos a través de la huella de la medianera, que se mantiene en la planta baja, y conservando también las diferentes alturas de ambos, dadas por la fachada existente a conservar”, explica el arquitecto Quico Jorreto.
“La ampliación de la fachada se realiza de forma respetuosa, con idéntica composición y tamaño de los huecos a las plantas existentes, con carpintería de madera y manteniendo las barandillas existentes de forja. Sin embargo, en la ampliación de las nuevas plantas el planteamiento pretende dar al conjunto un nuevo significado de contemporaneidad, mediante una fachada retranqueada formada por una celosía vertical metálica, que permita una visión más dinámica del edificio, entendiendo que el cambio de escala, con la adición de nuevas plantas, requiere una nueva lectura de conjunto de ambos edificios”, detalla el autor del proyecto.
“En cuanto a las fachadas posteriores, orientadas al oeste y hoy inexistentes, se deduce por la estructura de los edificios y la tipología de la época y la zona que debió de existir una tipología de galerías. El proyecto plantea una reinterpretación de estas adaptada a la tecnología contemporánea. Esto se hace mediante una protección solar a base de lamas metálicas orientables y enrollables, por la cara exterior de las nuevas galerías y balcón”, añade el arquitecto.
A continuación, otras dos imágenes del diseño previsto para la reforma de los edificios de Progreso 57 y 59, en marcha.