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CONCILIACIÓN

Lodoselo, el pueblo más intergeneracional: “Os rapaces dan moita vida e alegría”

El CDR O Viso organiza un programa donde 40 niños conviven con los mayores del lugar

Menores y mayores en el centro de Lodoselo. //IÑAKI OSORIO

Jesus, Hugo, Lucía y Naiara le preguntan a Inocencio Corbal, 91 años y primer vacunado contra el COVID en la provincia de Ourense, a qué momento le gustaría regresar si pudiera volver al pasado. Por un momento el silengio gobierna la respuesta como si Inocencio no escuchara bien la pregunta, pero segundos después responde a la gallega, con una sonrisa y diciendo que “bueno, é mellor non volver a ningún. Aqueles tempos (su juventud) foron moi malos. Mira nin tiñamos ducha, nin váter e a miña nai tiña que quentar un potiño de auga e despois lavávanos como podía cando eramos coma vós”.

Las palabras forman parte de uno de los proyectos del programa de conciliación de CDR O Viso que inició otro turno de campamento de verano. La actividad consistía en hacer preguntas, los menores a los mayores. Una relación que se da casi diaria durante los meses de verano en Lodoselo, el pueblo más intergeneracional de la provincia, donde alrededor de 40 menores por quincena se acercan a los mayores acompañándolos de paseo, en actividades o simplemente corriendo con el único fin de verlos felices.

Menores, mayores y responsables de los programas de conciliación del CDR O Viso, ayer en el centro, en el pueblo de Lodoselo. | // IÑAKI OSORIO

Muchos señalan al rural como una tierra desértica de oportunidades, pero lo cierto es que basta sembrar una pequeña semilla y regarla mínimamente para ver los frutos. Lodoselo es esa semilla que ejemplifica la despoblación del ‘Ourense vaciado’ durante los meses de invierno, pero que florece durante los meses de verano. Mateo lo tiene claro: “Os rapaces danlle unha vida ao pueblo que nin te imaxinas, e tamén a nós. Eles dan vida, velos correr, e é unha alegría moi grande, para eles, aínda que den algo de traballo, e para nós tamén. É unha alegría grande”.

Ayer Tiago cogió de la mano a Luis para ir desde la Vivienda Comunitaria hasta el centro y después hasta ‘O Forno’. Les separan más de 60 años de edad, pero uno está feliz por no sentirse solo y el otro por recibir estímulos de los que son y será un patrimonio inigualable.

"Velos é unha alegría moi grande"

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Se junta todos para inmortalizar el momento, mientras Sofía se interesa por las nuevas presencias. “Vos sodes os que escribides no xornal, non é?”, pregunta. Al escuchar la respuesta muestra inquietud, pero rápidamente habla de lo que realmente es importante: “Hoxe irei co meu primo Teo para A Coruña e imos a praia”. Aunque el tiempo no acompaña ni en Lodoselo, ni en Orzán, cualquiera le quita la ilusión a una niña que lo que quiere es hacer castillos de arena y correr descalza intentando escapar de la espuma de ola al romper.

Anabel, Andrea y Alberto son los educadores del CDR O Viso y guían la actividad hasta ‘O Forno’ allí establecen turnos para que no se forme un caos. Alberto explica que “fomentamos las relaciones intergeneracionales, no solo con los mayores del pueblo y de la vivienda comunitaria, si no también de otros pueblos de alrededor”.

Menores con las manos en la masa. //IÑAKI OSORIO

Con las manos en la masa

Al ver la grabadora, Eladio se acerca a Alberto, no para advertirle ni para preguntarle nada. Si no para aconsejarle en la elaboración del pan: “Tíñache que botar ela do pote e ti tiñas que ir amasando ca fariña, incluso botando fariña por enriba da masa. Pero os rapaces déronlle moitas voltas e agora puxerono moi blando”. Mientras recomendaba para la próxima vez, los menores amasaban con la atenta mirada de los mayores, con poca predisposición. Ellos y ellas prefiere mirar, excepto Asunción que se puso de primera con las manos en la masa y no paró hasta que todo estuviera listo para meterlo al horno.

"Facemos todo tipo de actividades con eles para que se divirtan"

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Mateo se acerca y explica que “facemos actividades de todo tipo cos rapaces como xogos de figuras e cousas así, para que se divirtan”. Los educadores desvelan que los mayores se acuerdan de los pequeños de año para otro y los menores también preguntan por los mayores. Mateo describe lo que significa para ellos ver a los niños y niñas por Lodoselo: “Os rapaces xeneran alegría pos maiores e tamén pos que non somos tan maiores (risas). A verdade e que aquí durante o inverno seremos 20 veciños pero e que no verán esto é unha alegría moi grande, porque lle dan cor o pueblo e tamén nos fan saír a nos e botarnos a rir, esto é unha alegría”.

Mateo bromea con la energía de los niños: “Nos tamén tiñamos esa idade e corríamos e facíamos falcatruadas, nós divertiámonos pero os monitores teñen traballo (risas), pero eles tamén están contentos”.

La “merienda” llama por los más pequeños. Sí, la merienda a media mañana es mano de santo para colocarlos en fila para ir al centro, a escasos 100 metros y tomar un petisco mañanero. La rutina de Lodoselo en verano crea sinergias en un rural donde mayores y pequeños, se divierten, se sienten en compañía y lo más importante, aprenden que en el rural sí hay vida.

Una monitora con los pequeños en el entorno de 'O forno'. //IÑAKI OSORIO

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