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Ramón y sus 3.000 piezas de diversos oficios y épocas

Están expuestas en diversas casetas en una propiedad privada en el pueblo de A Merca

Ramón. con alguna de las piezas que conserva. // FERNANDO CASANOVA

Era empleado de Renfe y su intención nunca fue la de convertirse en un coleccionista, pero sus amigos le allanaron el camino en esa dirección. Ramón Rodríguez Conde abrió una taberna en su pueblo de A Merca para poder tener un lugar en el que reunirse, y así empezaron a llegarle todo tipo de piezas para decorar la estancia. Tiene varias casetas con antigüedades.

No era su propósito, pero al final ha terminado con una colección de casi 3.000 piezas de la labranza y de diversos oficios y épocas que ha ido reuniendo a lo largo de unos 40 años, aproximadamente. Ramón Rodríguez Conde, un jubilado de Renfe, reside en su tierra natal, A Merca, donde además de regentar una taberna dedica tiempo a cuidar estas antiguas piezas y construir casetas donde guardarlas y exponerlas, clasificándolas según el oficio al que pertenezcan.

Todo empezó cuando él y su pandilla de amigos de Ourense necesitaron un sitio en el que poder reunirse. En 1968 nació el Mesón do Labrego, en A Merca, y cada vez que iban a visitarle “me traían cosas”, recuerda. Ramón asegura que esta taberna fue “el centro cultural de media provincia de Ourense” y llegaban intelectuales de todas partes. Para decorar el bar empezaron a llevarle todo tipo de artilugios.

Ramón, con dos básculas antiguas en una de sus casetas. // FERNANDO CASANOVA

La cantidad acumulada llegó a ser tan considerable que decidió agruparlas según su funcionalidad y construir casetas diferenciadas. Tiene una dedicada al museo del vino, otra a una escuela de los años 40, con libros, mapas, pupitres y otros materiales de esa época, mientras que otras casetas están relacionadas con la carpintería, la labranza, los zapateros o el pan.

Una está vinculada con la luz y abarca desde los candiles y faroles hasta la electricidad. También dedica otra a guardar discos de los años 60 y gramófonos, mientras que otro local se especializó en el telar y el lino. Asimismo, destaca una cocina de lareira que asegura que aún utiliza para ahumar chorizos.

Otros espacios acogen romanas, arados o carros. A mayores, cuenta con mucha cerámica de Gundivós (Lugo). De hecho, recuerda que pidió a un amigo suyo, Federico Pérez, que la recuperara y “empezó a hacer cosas que estaban desaparecidas, y las tengo por aquí”. También dispone de cerámica de Niñodaguia y de otras partes de Galicia, así como trajes gallegos de esta zona del siglo XVII.

Este septuagenario vecino de A Merca asegura que lo que le falta ahora es tiempo para poder atender y cuidar todo este material antiguo. Actualmente está reparándolo, adecentando las casetas, y ajardinando el entorno, de manera que se pueda apreciar en el mejor estado, ya que los clientes que llegan al restaurante de paso también hacen su recorrido por estos expositores. A todo lo que es de madera “todos los años hay que darle mantenimiento”, explica.

Para cada oficio Ramón dispone de una caseta, la mayoría con una superficie de 4x4 metros –algunas de 7x5, como el museo del vino–, y todas edificadas con piedra y un estilo de construcción típico del lugar.

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