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Yolanda Castro Casanova | Psicóloga clínica en el CHUO

“Hay profesionales sanitarios con 40 y pocos años que están quemados”

Yolanda Castro, frente al edificio de hospitalización del CHUO. Fernando Casanova

Yolanda Castro es psicóloga clínica en el CHUO y presidenta de la Asociación de Psicólogos Clínicos del Sergas. A sus funciones habituales se ha unido la tarea de acompañar al personal sanitario en su recuperación emocional tras la crisis del COVID-19.

–¿Cuál es la función del plan de recuperación emocional que impulsa el Sergas?

–Está pensado para la atención del profesional sanitario, por la sobrecarga laboral que ha asumido y por no poder llevar a cabo su trabajo en las condiciones óptimas. Todo esto ha repercutido en la carga psicológica (emocional, mental...) del personal sanitario. Su trabajo es de responsabilidad y requiere que todos los sentidos tienen que estar al 100%. Pero hemos soportado una tensión sostenida a lo largo del tiempo y ahora se suma la incertidumbre de si habrá una cuarta ola. Hablamos de fatiga pandémica, estamos todos a la expectativa. Al personal sanitario le afecta lo mismo que a la población general pero en su caso, y sobre todo al que trabaja en la primera línea, se unen las condiciones laborales de tensión y estrés sostenidos.

–¿Cómo afecta esta situación, que ya dura más de un año, a la salud mental de estos profesionales?

–Los casos, a nivel de número, no son desproporcionados porque el personal sanitario es muy vocacional y no suele pedir ayuda para sí. Ayudan pero no piden ayuda. La impresión general a partir de los profesionales a los que yo estoy atendiendo, es que están desencantados. Hay una sensación de incomprensión del trabajo que se realiza en el día a día. Esto se manifiesta con insomnio, ansiedad, tristeza… Algunas personas que eran muy vocacionales han empezado a replantearse su situación. Cada personal sanitario es una persona con su contexto familiar y social.

"Algunos profesionales que eran muy vocacionales han empezado a replantearse su situación"

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–¿Es común que lleguen a poner en duda su propia vocación?

–Están quemados. El síndrome del ‘burnout’ es, en general, uno de los factores de riesgo de las profesiones que tienen que ver con el cuidado de otros. La situación pandémica desde una perspectiva longitudinal está acelerando procesos de desencanto profesional y eso tiene que ver, no solo directamente con el COVID y el estrés, sino con el miedo a contagiarse, con la sobrecarga de trabajo, el contacto con la muerte, con tener en la familia personas de riesgo… Estos procesos de desgaste o desmotivación que pueden ser más entendibles al final del ciclo laboral se están dando en profesionales de 40 y pocos años. Y esto no tocaba. Es una pena porque un factor de bienestar emocional personal es ir contento a tu trabajo porque pasas muchas horas allí. También desde la perspectiva de la organización, porque se está perdiendo el entusiasmo y esto al final también repercute en el paciente.

"No necesitamos el agradecimiento sino la responsabilidad colectiva"

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–Hace un año recibían el aplauso en los balcones y ahora están quemados. ¿Se sienten más solos?

–Es que hace un año había una perspectiva de fin, de que esto se iba a acabar después del confinamiento y que con el verano llegaba la nueva normalidad. Pero hubo una segunda ola, una tercera, y ahora nos estamos preguntando si viene otra. Así que por un lado hay una falta de esperanza en relación a cuando termina esto, y por otro, un aumento de irritabilidad general. Con lo cual hay menos actitud de gratitud y de vamos todos a una como íbamos hace un año. La fatiga pandémica tiene mucho que ver en esto, y también que la gente se está habituando y se están relajando las medidas de protección. Todo esto afecta al personal sanitario en el sentido del reconocimiento social. Algo que se repite en las personas que atendí es que salimos a la calle, a la compra, y no podemos evitar estar pendientes de los que llevan la mascarilla en el cuello, de los que incumplen… Tenemos que procurar no alimentar nuestro cabreo. No necesitamos el agradecimiento sino la responsabilidad colectiva. A día de hoy, y un año y pico después, hay una sensación de agotamiento emocional y la perspectiva de una solución firme es incierta.

–¿En qué grado afecta esto a su capacidad laboral?

–Todos vamos a trabajar cada día y hacemos lo mejor posible nuestro trabajo pero eso significa también un esfuerzo cognitivo. Tenemos que dividir nuestra atención y concentración y eso implica un riesgo de pérdida de eficacia y eficiencia en el trabajo. Tenemos que estar a muchos frentes. El personal que trabaja en la UCI o en Reanimación ya está acostumbrado a situaciones críticas. Está preparado para eso. La diferencia es que ahora es una situación de crítico constante. Y desde el punto de vista de la organización es muy complejo articular sistemas de rotación de personal para facilitar descansos porque el personal de UCI y REA es un personal muy formado y muy técnico. Si estuviéramos en una situación de calma y tranquilidad, de normalidad prevírica, se podría cuidar del trabajador con los mecanismos habituales. En esta situación es más complejo.

"Muchos profesionales lo que piden es aprender a desconectar para sobrellevarlo mejor"

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–¿Por dónde debe empezar el tratamiento de estos profesionales que acuden a pedir ayuda?

–Cada persona es un caso, pero las recomendaciones generales las conocemos todos. Cuidar la dieta, desconectar, salir a caminar… el personal sanitario es experto en salud y las conoce. Muchos lo que piden es aprender a desconectar para sobrellevarlo mejor. La cuestión es cómo articular esas fórmulas de autocuidado con la vida laboral y personal de esos trabajadores. Ahí está el equilibrio.

–¿Puede llegar a desconectar un trabajador sanitario en medio de una pandemia?

–Esa esa la cuestión. Es muy difícil porque llegas a casa y siguen las cifras de muertos. Ya tenemos una especie de desafección. Por eso son importantes los recursos cognitivos, tenemos que aprender a separar en cajas para que lo de una no afecte a la otra, pero eso se consigue a costa de un esfuerzo. Es la pescadilla que se muerde la cola.

"Espero que la cuarta ola no llegue y que podamos recuperar una actividad laboral normalizada y empezar a hablar del COVID en pasado"

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–¿Quedarán cicatrices en la salud mental cuando esto pase?

–Los efectos a medio plazo en situaciones de pandemia y de catástrofes, están estudiados en salud mental comunitaria desde hace muchos años. ¿Cómo nos vamos a recuperar? Es un momento muy complicado para hacer predicciones. Espero que la cuarta ola no llegue, o que llegue muy controlada, y que podamos recuperar los tiempos de descanso, actividad laboral normalizada y empezar a hablar del COVID en pasado.

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