Acisclo Manzano y Manuel Buciños son amigos, escultores y residentes en Ourense. Y ayer hacían historia casi por partida triple al recibir ex aequo, o lo que es lo mismo, compartir, el premio Otero Pedrayo que entregan las diputaciones provinciales de Galicia, en colaboración con la Xunta. Es la primera vez, en los 39 años de historia de este galardón, que esto sucede. Además, su candidatura ha sido pionera también al tratarse de la única hasta el momento en ser aprobada por uninamidad, el pasado 8 de junio. Su tercer logro, ser de los pocos representantes de las artes plásticas que se han hecho con el reconocimiento.

La casa grande de Cimadevila, residencia habitual de Otero Pedrayo, fue escenario del acto de entrega de este premio en el que no faltó la música de las gaitas ni tampoco de los violines, ni mucho menos los agradecimientos. Buciños intervenía dejando claro que lo suyo "es tallar y dibujar, pero no la palabra". El escultor se confesaba "realmente emocionado" por recibir un premio al que le da "mucha importancia" y que agradeció "de corazón". Aprovechó además para recordar que hace 65 años, la misma institución que ayer le entregaba el reconocimiento le permitía "gracias a una beca, estudiar Bellas Artes en Madrid", la Diputación. También tuvo palabras para glosar la figura de Otero, de quien aseguró que fue "un hombre que hizo una Galicia aun más grande".

Manzano habló tras su amigo, con el que "tantas veces" trabajó, y con quien llegó a compartir taller durante diez años. Además de dar las gracias por el reconocimiento, Acisclo Manzano, a quien también unió una amistad Ramón Otero Pedrayo, se refirió al escritor de Trasalba como "un hombre que siempre estaba sentado, pero siempre estaba de pie". Contó que el autor de "Arredor de si" solía decirle: "Acisclo cada vez que taláis un pino gallego para vuestras obras, lloran sus hermanos de Canadá". Un comentario que el escultor aprovechó para visibilizar su rechazo a la oleada incendiaria vivida en Galicia hace apenas dos semanas: "Hoy todos los pinos lloran, pero porque los queman", denunció. Y terminó su intervención prometiendo que seguirá "trabajando con toda ilusión por nuestra Galicia".

De la laudatio de estos dos genios de las artes plásticas se encargaba la historiadora del arte, María Victoria Carballo-Calero. "En su obra existen sugerencias clásicas y todo un proceso de investigación y trabajo hacia la modernidad", explicaba esta especialista que también es miembro de la Real Academia Gallega de Bellas Artes. Para Carballo-Calero, el logro de Manzano y Buciños reside en "haber alcanzado la modernidad" mediante una escultura "socialmente aceptada y útil", todo un reto.

"De Acisclo Manzano, Otero decía que era un cirujano de la madera", explicaba María Victoria Carballo en su discurso, en el que también destacaba que en la nueva figuración creada por Buciños, "la obra sale en búsqueda del espectador".

Remontándose a la situación de la escultura de finales de los 60, esta historiadora fue explicando "todos los obstáculos que tuvieron que superar para llegar donde están". Así, finalmente resumió este proceso de más de 50 años "lleno de dificultades y de atrancos", como un "camino de luz que señala el enigma llevado a cabo felizmente por Acisclo y por Buciños, y que solo ocurre en el trabajo y en las manos de los escultores que tienen casta de tales", concluyó.

Por su parte, el presidente de la Diputación de Ourense, Manuel Baltar, se encargó de recordar que estos premios fueron creados "para distinguir a una personalidad o a un colectivo que, en el fecundo rastro de Ramón Otero Pedrayo, hubiese aportado lo mejor de su creatividad o por haber emprendido acciones culturales de relevo en el ámbito del patrimonio común".