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El fiscal de Menores, en su despacho. // Brais Lorenzo

Conductas y necesidades de los adolescentes

José Manuel Ucha: "Hay un problema de consumo de hachís entre los jóvenes como droga socialmente admitida"

"En Ourense tuvimos algunos grupos de adolescentes que quedaban para agredirse pero lo cortamos a tiempo"

Con "2 o 3" casos de acoso escolar al año en la provincia y un bajo índice de delincuencia juvenil, a José Manuel Ucha, el fiscal de Menores de Ourense desde hace 8 años, le preocupa más "el alto consumo de hachís entre la población juvenil como una droga socialmente admitida". También llama la atención sobre "los riesgos" del abuso y una "mala utilización" de las redes e internet. Aconseja a los padres que no justifiquen el mal comportamiento de los hijos ni busquen culpables "fuera".

- El vídeo de adolescentes pegándose en Lugo tras una quedada ha puesto el foco sobre la violencia de menores difundida por las redes.

- El uso de las nuevas tecnologías como medio de propagación de delitos agresivos es algo que viene sucediendo desde hace tiempo. Que menores empleen grabaciones de móvil para dar publicidad a actos violentos que cometen, no solo delitos contra la integridad o agresiones, sino a veces delitos contra la integridad sexual, ocurre desde hace unos años. Les interesa no tanto menoscabar la integridad de la víctima, sino que eso tenga trascendencia. Uno de los elementos probatorios que siempre acompañan las denuncias son capturas de de internet o whatsapp.

- ¿Ha habido en Ourense algún caso como el de Lugo?

- De tanta gravedad y poder de convocatoria como el de Lugo, en Ourense no. Tuvimos problemas con algún grupo de chicos que quedaban para agredirse, pero una vez que hubo constancia, las denuncias empezaron a caer y esos grupos se cortaron a tiempo. Las cabecillas pasaron por la Fiscalía, al igual que sus pades, y se les hizo ver lo que podría caerles por su conducta, advirtiéndoles de que desde aquí se actuará en conciencia.

- ¿Cómo se entera la Fiscalía?

A través de denuncias por parte de los padres. Los chicos son muy reacios a presentar denuncias, porque si el grupo se entera para ellos todavía sería echar más tierra, el grupo lo consideraría como un gallina, como un bocas, lo que estigmatizaría más al chico. La mayoría de estos jóvenes no tiene el suficiente grado de madurez, y el que hoy se encuentra en el plano de agresor mañana puede ser la víctima.

- ¿Es una forma de violencia entre menores que se puede prevenir o solo cabe la vía penal?

- La respuesta penal siempre ha de ser la última intervención. Hay que acudir a técnicas de prevención y a métodos de educación. No se puede ver como algo normal que los chicos queden para agredirse y se graben. En las escuelas y en las familias hay que concienciar de la peligrosidad que tienen los móviles a la hora de difundir mensajes amenazantes, convocarse para agredirse así como grabar esas peleas para darles difunsión. A los jóvenes hay que ponerles de manifiesto el riesgo que supone la utilización de los medios tecnológicos. Porque no son conscientes, piensan que no tiene relevancia, pero sí que la tiene, porque cuando graban tienen constancia fehaciente de la comisión de un delito.

- ¿Qué infracción penal pueden constituir estos comportamientos?

- Que se puedan difundir agresiones a través de las redes puede ser hasta un delito contra la intimidad. De entrada, lo planteamos como una agresión en sí, porque en ocasiones existe un consentimiento de las partes implicadas, por lo que si permites que te graben la acción ya no es un delito contra la intimidad.

- ¿Son un riesgo para los menores internet y las redes sociales?

- Uno de los problemas más importantes son los delitos cometidos a través de las redes. Falta concienciación por parte de los jóvenes del uso pernicioso de los medios tecnológicos. La sociedad no es consciente de los riesgos que supone la mala utilización de las redes sociales y de lo que puede obtenerse a través de internet. Tenemos que ser especialmente controladores con los accesos que nuestros hijos tienen a Internet. Les estamos proporcionando una serie de información que retrasa el proceso madurativo de los jóvenes. Además, no son conscientes de que el uso abusivo o desproporcionado de las redes sociales les está causando un perjuicio, una sensación de aislamiento, porque no están potenciando las habilidades sociales. Más allá del whatsapp son necesarios la comunicación directa, salir a la calle, hacer deporte, leer un libro, leer el periódico, o quedar con un grupo de amigos. Hoy se vive con una dependencia absoluta del teléfono móvil, ya no hay conversaciones en las familias ni una comida en la que no esté presente el teléfono móvil.

- ¿El abuso de la tecnología puede ser un factor de conflictividad?

- Claro. Sobre todo porque las habilidades sociales de los menores no se desarrollan como deben.

- Además de los casos de agresiones, ¿existe acoso escolar en niveles preocupantes?

- Antes de nada, no se puede confundir el acoso escolar con las agresiones, que son un fenómeno generalizado pero no novedoso. Son hechos que ocurrieron y ocurrirán, porque la juventud puede ser violenta. Que lo sea viene motivado por el entorno en el que están educados y porque todos tenemos acceso a la violencia. Las agresiones siempre ocurrieron pero ahora tienen ese medio de propagación que son las redes sociales. Por otra parte, el acoso escolar se trata de un problema educativo y de conciencia social que se basa en el rechazo al diferente a base de burlas o aislamiento social. Si esas conductas no se cortan a tiempo en el centro escolar, pueden degenerar en comportamientos que lleguen a la amenaza o la agresión.

- ¿Tiene constancia la Fiscalía de muchos casos de acoso?

- Una patada, una agresión o un insulto puntuales no son acoso escolar. En la provincia de Ourense, casos de acoso escolar, de denuncias que llegan a Fiscalía sobre una situación de gravedad, puede haber 2 o 3 al año, como mucho. Nosotros los llevamos por un delito contra la integridad moral, del artículo 173.2 del Código Penal, que implica actos continuados de acometimiento, de diferente índole, que causen un menoscabo psíquico grave.

- ¿Hay conductas que anticipen una posible situación de acoso?

- Puede haber casos de insultos, amenazas, vejaciones o daños en el ámbito escolar que, tras las denuncias y la intervención de la Fiscalía, se cortan y no degeneren en acoso escolar. Antes de denunciar, los padres intentan acudir a los centros, pero hay muchos centros para los que el acoso escolar no existe, no son conscientes de que un menor sea víctima de amenaza, coacción, o agresiones. A veces los directores o profesores no se enteran de lo que pasa en las aulas. Si tu hijo va al colegio y vuelve siempre con la libreta rota es porque hay un hostigador dentro del aula. A veces el profesor no es consciente de esa situación porque los chavales son muy listos y se cuidan de hacer nada en su presencia. Pero en todos esos casos si se les pregunta a los propios menores, ellos saben que hay 2 o 3 compañeros que son los cabezas de turco y objeto de vejaciones constantes.

- ¿Cómo afrontar el problema?

-Siempre que un padre tenga constancia de que su hijo pueda ser hostigado en el centro, lo primero es hablar con él y con el tutor. Los padres solemos ser exagerados y a veces cuando no encontramos respuestas dentro de nuestro ámbito familiar buscamos un culpable. Lo primero es hablar con tu hijo, que te cuente su problema para tratar de ayudarlo en el ámbito familiar. Que busque el apoyo de otros compañeros también es fundamental, para que no se convierta en una isla. Después, hay que ponerlo en conocimiento del profesor para que esté expectante.

La ley de convivencia gallega prevé la regulación del acoso escolar y la puesta en marcha dentro del centro de medidas previsoras, para evitar o reconducir el acoso escolar. Hay muchos centros que forman una especie de mediadores entre los propios estudiantes para solucionar esas situaciones. Todas las respuestas que pueda haber en el ámbito académico, entre los propios jóvenes, son las mejores posibles. Si los colegios trabajan en esa mediación, no a través del orientador o el psicólogo, sino con los propios chicos, creando y formando dentro de las escuelas jóvenes con perfil de líderes que sepan ayudar y mediar en esa situación, la solución será buena.

- ¿Y si el hijo es quien acosa?

- La mayoría de los jóvenes son niños y necesitan un principio de autoridad. Los padres deben tener las ideas muy claras y no tratar de justificar en todo momento el comportamiento de los hijos. Si un padre tiene conocimiento de que su hijo es un matón, tal vez resuelva el problema en 2 minutos si toma cartas en el asunto, en lugar de tratar de justificar su comportamiento. Hay que dejarle claro que por ahí no debe seguir porque habrá consecuencias en el ámbito doméstico y también en el académico.

- En las recientes jornadas sobre familia organizadas por el Concello, la psicóloga María Jesús Álava advirtió de que la sobreprotección y el exceso de permisividad dejan cada vez a más padres "perdidos" y a más niños "insatisfechos, tristes, manipuladores e incluso agresivos".

- Ningún padre ignora la clase de hijo que tiene en casa, pero muchas veces tratamos de justificarlos. Y en ocasiones es para no asumir tampoco las consecuencias de los actos de nuestros hijos. Es muy fácil y cómodo educar en la sobreprotección y en los planos de igualdad, porque evitas una reacción y una respuesta negativa y la frustración de tu hijo. Pero hay que ser padre. Si conoces su problema tendrás que decirle que determinados comportamientos no se los vas a tolerar, y que tiene que cambiar de conducta, que no puede ser el gallito o el matón de la clase o tomarás cartas en el asunto.

- En varias memorias, ha aludido al problema de la violencia ejercida por ciertos menores sobre sus padres.

- Es una problemática a nivel nacional. El uso de la denuncia a veces es el último medio que utilizan los padres, que tratan de dar respuesta a nivel médico, familiar y académico. A veces no es suficiente porque los jóvenes tienen una situación particular, que puede ser por ejemplo un problema de consumo. Hoy en día, para mí, uno de los problemas importantes en Ourense es el alto consumo de hachís entre la población juvenil. Se está generalizando como sustancia de consumo de ocio y socialmente admitida. Los jóvenes lo ven como algo normal, cuando en realidad es una puerta de entrada al alcohol u otras sustancias.

Tenemos constancia del trapicheo a las puertas del colegio y nos llegan muchas denuncias a través de la Policía en la que quedan patentes casos de menores de 15, 16 o 17 años que consumen. Nosotros abrimos un expediente de riesgo para que los servicios sociales hagan un informe sobre la situación familiar, lo que no quiere decir que todos esos menores estén en situación de riesgo. Muchos padres se enteran del consumo de sus hijos a través de la denuncia que reciben. Otros son conocedores pero no saben qué hacer, cómo luchar para atajarlo.

- ¿Es un factor de delincuencia?

- Es una situación de riesgo de por sí. No podemos permitir que chavles de 14, 15 o 16 años consuman drogas y la sociedad lo tolere. Lo peor es que se considere como algo no reprobable. En ocasiones, de ese consumo pueden derivarse conductas delictuales o antisociales. No todos los que consumen son delincuentes pero muchos de los delincuentes, una mayoría, consumen.

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