"Lucharemos para probar que es inocente hasta el mismo día que se termine su condena"

Inés Barrosa soporta una condena desde hace más de una década por partida doble. La que priva a la familia de poder disfrutar de visitas esporádicas y permisos para mitigar la penuria marcada por la razón principal, el encarcelamiento desde hace doce años de su hijo José Luis García Barrosa, un guardia civil encarcelado por el asesinato sangriento de un compañero en el País Vasco en 2001. Un proceso que, para esta madre coraje a la ourensana, ha estado plagado de irregularidades y pruebas fraudulentas.

Inés se destacó desde hace años en la lucha decidida por redimir el honor de su hijo preso, de quien no guarda la mínima duda: "Si tuviera solo una sospecha de que fuera culpable, no levantaría la voz. Pero sé que él no lo hizo. Lucharemos para probar que es inocente así tengamos que estar hasta el último día que se termine su condena".

No ceja en su empeño, no cae en la desesperanza, pese a los últimos reveses. Ayer se consolaba de regreso al hospital por un problema de cadera tras haberlo dejado hace unos días después de una enfermedad. Inés nunca se rindió. Se plantó en el Supremo en 2010 para exigir la revisión del caso de su hijo, dirigió escritos al Congreso, se reunió con el anterior subdelegado del Gobierno, pidió amparo al Defensor del Pueblo, y avanzó entre la muchedumbre en un acto de los Príncipes de Asturias, en Zamora en 2009, hasta entregar en mano una carta a la princesa con el relato atribulado de su historia personal.

Superado el tiempo, mira con cierto optimismo al final de la condena de 12 años marcada a su hijo, pero sin conformarse simplemente con que la estancia entre rejas termine. "La situación cambia mucho, poder salir tras haber cumplido los años de condena o con el desahogo de que se haya demostrado tu inocencia", retrata la mujer de Boborás. "Hace unos tres años tuve una operación y José Luis estudió pedir un permiso y venir a verme. La única opción que le dieron era venir escoltado. Yo no quería verlo así, prefería que no viniera. Igual que ahora, aunque las seguimos pasando canutas, deseamos ante todo demostrar que las cosas que le cargaron no fueron así".

José Luis fue condenado a una pena de 12 años a punto de consumirse. El guardia civil ourensano destinado en La Salle (Vizcaya) nunca estuvo en el lugar del crimen, según defendió. El agente, que ha planteado recurso tras recurso a todas las instancias judiciales sin lograr sentencia favorable, sostuvo que tres miembros del jurado votaron "a favor de mi inocencia".

El guardia y su madre, que ha sido su principal altavoz durante su perenne reivindicación de inocencia, subrayaron deficiencias en el proceso que llevó a la cárcel a José Luis, interno en el penal lucense de Monterroso. Señalan la supuesta falsedad de un informe de ADN y la inexistencia de los restos de sangre que sirvieron para incriminarlo en una mochila de la víctima. Cuando la familia pidió una nueva prueba para contrastar resultados, no se la admitieron. Además, basándose en un escrito de criminalística, señalaba que de 91 huellas recogidas en el lugar de los hechos; 56 pertenecían al agente fallecido y 35 no coincidían con las de su hijo. El compañero del, por aquel entonces, joven guardia civil ourensano murió asesinado a tiros.

José Luis había sido considerado, con anterioridad, sospechoso de la muerte de otro guardia civil, aunque finalmente quedó absuelto y el caso, se archivó. "Fue un chivo expiatorio", resuelve la madre de Boborás. El hijo presentó en enero un recurso de revisión, el último intento de una larga lucha personal por la inocencia. Su hija que solo era un bebé cuando ingresó en prisión ahora es adolescente. El agente denuncia que hubo testimonios falsos y asegura contar con un testigo protegido cuyas aportaciones resultaron cruciales para que fuera absuelto en el otro proceso.