Los que somos mayores de 70 años recordamos los ‘lunes zapatero’. En los años de la postguerra civil y de la Segunda Guerra Mundial, España era tan pobre que la mayoría de los españoles tenían solo un par de zapatos y, cuando su suela se gastaba, las madres los llevaban el domingo al zapatero para echar la media suela. El niño podía una vez arreglados los zapatos salir a la calle.

La cartilla de racionamiento parece que nos suena más. El consumo era registrado en una cartilla en la que se llevaba el control.

El fielato era en la postguerra un control que se ponía en las entradas de las ciudades y por el que se tenía que pagar una tasa para que las mercancías pudieran entrar.

Ahora nos asustamos por una inflación del 10% y, si, es muy grave, pero a finales de los 70 vivimos una inflación de más del 20%. El Gobierno de Suárez se asustó y empezó a importar mercancías de países cuyo salario no llegaba al 10% del nuestro. El importe de entrada era solamente del 11%. Consecuencia de esto, muchas empresas emblemáticas como Massó, Regojo, Álvarez, Barreras y muchas otras lo sufrieron y algunas fueron rescatadas por el INI (Instituto Nacional de Industria) y en otras se inventó las llamadas anónimas laborales, con un 50% del capital anterior y el otro 50% de los trabajadores. Resultó un verdadero fracaso.

La inflación se redujo, pero ¡a qué precio! Se llevó por delante una gran parte del tejido industrial de la provincia de Pontevedra.

Ahora, el Gobierno de Sánchez, para justificar su fracaso en Galicia, Madrid, Castilla y Andalucía, le echa el muerto a parte de su equipo y pone a otros. El problema es Sánchez y mientras no cambiemos a la cabeza todo va a seguir mal y no esperemos que aquel tire la toalla. No es su estilo. Nos va a dejar un país descapitalizado y con una gran deuda, pero él conseguirá estar hasta finales de 2023 en la Moncloa.

Putin sigue castigando a la sufrida Ucrania y la verdad es que no sabemos hasta cuando.

Mientras, tendremos que revitalizar nuestras tierras de campos de Castilla, que era el granero de España. Con el trigo y cebada baratos de Ucrania y de Rusia se quedaron en barbecho y hay que volver a empezar.

El señor Feijóo, que lógicamente tomará el timón a principios de 2024, lo tendrá crudo, pero es un buen timonel y un gran político y sus buenos resultados en Galicia lo avalan.

España no tiene petróleo pero sí tiene agua abundante, sobre todo salada, pues es casi una isla. Hay que invertir como en otros países en la rentabilidad de la obtención del hidrógeno; y si somos capaces de abaratar su obtención, en cinco años y a precios razonables, la riqueza de nuestro país empezará a aflorar. Y podremos así vivir una primavera económica que tanta falta nos hace.

La economía es importante, pero por encima de todo lo más importante es que nuestro país esté basado en una filosofía del esfuerzo. Sin este poco se puede conseguir. Una de las mentiras de Sánchez es hacernos ver que el descubrimiento de América fue un genocidio. Un dato que me llega estos días desde Guatemala, un país pequeño en donde se hablan hasta 6 idiomas distintos. Pues gracias al castellano se entienden. Podíamos seguir enumerando hechos pero por hoy basta. La verdadera memoria histórica es vital para estar orgulloso de nuestro gran país: España.

*Miembro Club 55