La universidad no solo debe preparar al alumno para adquirir los conocimientos técnicos imprescindibles para ejercer una profesión, sino que debe de imprimir carácter de tal forma que, al final, se note de qué institución académica procedemos.

Las universidades de Oxford y de Harvard le han dado tanta importancia a la formación del carácter en el alumno que hoy tienen un máster especial dedicado a este tema.

Aquí, en España, en la universidad privada de la Rioja y en la universidad de Navarra, haciéndose eco de estas universidades de prestigio mundial, han organizado varios congresos para imprimir el carácter en el alumno.

Todos conocemos a nuestro alrededor personas que tienen buen carácter y, también, las que tienen mal carácter.

Con las personas con buen carácter se está a gusto con ellas, porque aunque no coincidamos en algunas cosas se caracterizan por ser personas abiertas y transparentes. Normalmente gozan de gran sentido del humor.

Las personas con mal carácter suelen ser intransigentes y con poco sentido del humor. Hay que hacer un gran esfuerzo para no chocar con ellas y, muchas veces, para no romper la baraja hay que comulgar con ruedas de molino.

Con el carácter se nace y, también, se hace. Y esto es el desafío de la educación en casa, en guarderías donde el niño tiene contacto con el mundo exterior, en colegios y en universidades.

El secreto de formar el carácter es la importancia de no solo enseñar conocimientos técnicos que son indudablemente necesarios a fin de no pasar por la vida como ignorantes, sino darle importancia vital a moldear a la persona, primero niño y, después, adulto. Aumentar la voluntad para ser dueño de sí mismo, a limar aristas, porque, no olvidemos, que si nos dejamos llevar por nuestros instintos seríamos unos seres salvajes y terribles.

Las buenas lecturas nos ayudarán a abrir la mente, desde los clásicos de Grecia a Roma, desde Sócrates a Cicerón, que nos dan un buen ejemplo de tener un carácter abierto y transparente.

Todos conocemos gente con poco carácter. Son flojos a los que, normalmente, les falla la voluntad. Son como veletas que se mueven según el viento. Gente con poco prestigio. Son personas que pasan por la vida sin pena ni gloria.

El prestigio es muy importante para hacer algo en la vida. Tenemos que aprender a no ser un cristalito que se rompe al menor golpe. Tenemos que pedir al Señor resucitado que seamos como juncos: nos pueden doblar pero no romper.

La vida tiene muchos desafíos y no debemos rehuirlos. Con humildad y paciencia debemos de asumir todos nuestros desafíos familiares y sociales. La vida vale la pena, pero es imprescindible tener carácter del bueno. Haremos felices a los demás y nos veremos a nosotros mismos con la dignidad propia de los hijos de Dios a pesar de nuestros fallos y errores.

Tirar la toalla porque fallamos es soberbia y esta el mayor mal para la convivencia y para la paz.

*Miembro Club 55.