"Estamos asistiendo al hundimiento moral de quienes han erosionado al Estado Social. La mercantilización de ancianos en residencias, los favores a la sanidad privada para hacer negocio, los recortes injustos a la sanidad pública. Es la crisis del capitalismo de amiguetes". (Joaquín Bosch, en su cuenta de Twitter, 21/03/2020).

Tengo bien claro que Joaquín Bosch es una de los hombres más preclaros de la judicatura española. Su reflexión me ha llevado a adentrarme en la más célebre obra de Albert Camus, "La peste". Su distopía alcanza el campo de la metáfora. Gravita en el epicentro del relato que más que una pandemia biológica nos encontramos ante una epidemia de índole moral. La insolidaridad, irracionalidad, madurez y egoísmo salen a relucir en el transcurso de la pandemia. Pero a diferencia de aquella peste que relata, en esta pandemia que sufrimos, aquellos valores inmorales se estaban fraguando previamente a la llegada del virus. Una inmoralidad que acierta Joaquín Bosch en sus manifestaciones.

No todo en la obra de Camus rezuma pesimismo cuando afloran los peores sentimientos de una sociedad individualista, egocéntrica. Hay un rayo de esperanza, que él asigna al personaje principal del relato, el doctor Rieux. Un galeno que se entrega a salvar vidas con una notable capacidad de sacrificio. Su lucha en lo que para él la existencia no es más que una interminable derrota. Una derrota que se asienta en lo más nefasto del género humano, la ignorancia. Llega a afirmar: "No hay verdadera bondad ni verdadero amor sin toda la clarividencia posible." Abunda más en ello: "El mal que hay en el mundo casi siempre viene de la ignorancia, y las buenas intenciones pueden hacer tanto daño como la malicia si carecen de entendimiento".

Su obra ha fluido por la corriente del existencialismo. Más me quedo con el personaje del doctor Riux: "Bien sé que el hombre es capaz de acciones grandes, pero si no es capaz de un gran sentimiento no me interesa". Sé que nuestro personal sanitario, como lo fue Riux, alberga un gran sentimiento, amor al prójimo, cuando combaten con medios insuficientes para salvarnos de esta pandemia. Para ellos va mi admiración y el aplauso diario desde mi balcón.

También deseo remitir mi mayor desdén a una clase política ignorante y corrupta, que ha destruido nuestra sanidad pública en beneficio de la sanidad privada insolidaria. Tengo la esperanza que, pronto o lo menos tarde posible, venceremos al virus. Que cogidos de la mano, como cuando lo hacíamos hace más de cincuenta años, entonemos el "Venceremos nos" de Joan Báez. Solo la esperanza puede salvar a la adversidad... "Donde no hay esperanza, debemos inventarla". (Albert Camus).