Los barcos migrantes que intentan cruzar el Mediterráneo no tienen nombre. Tú vives en África subsahariana y te quedarías allí si resultase viable llegar a fin de mes. O a primero de mes. Visitarías Europa en tus vacaciones. Pero es que en Somalia y el Congo no todos disfrutan de vacaciones pagadas. Y entonces aparece una organización que te lleva de un punto a otro hasta la costa de Libia. Que tú preferirías las playas de Guinea Conakry o la tranquilidad del lago Malawi. Y te embarcas en una lancha neumática porque con salir unas millas ya estarás en aguas internacionales. Y te han dicho que te recogerán barcos europeos. Pero te hundes y acabas en una celda de la guardia costera Libia. Tú ya desconfiabas. Y los otros 300 tripulantes también. Pero el transportista, la diplomacia y la guardia Libia ya han hecho su papel. Hoy cenan en un Palazzo. Si a Europa no le hubiese dado por repartirse tu país hoy no te ahogarías en el Mediterráneo. Es cómodo trazar fronteras irreales con la cinta recta "blue" de albañil. Resulta económico convertir tu tierra en una fábrica de bananas y chocolate. Los barcos que llevan chocolate al norte no suelen hundirse como el tuyo. Y comer bananas y chocolate en crudo todo el rato no sienta muy bien. Si promoviesen democracias reales y economías independientes en África, no tendrías que navegar en una balsa de juguete. No se puede recoger diamantes y sembrar ahogados.

Sierra Leona también tiene playas y personas que quieren vivir en paz