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Cuatro Cosas

Dice avecilla, y razón no le falta, que en esto del espionaje y los ataques cibernéticos, pasa lo mismo que con las ciencias en general: que avanzan que es una barbaridad. Tanto, que de algún modo hay quienes, sobre todo entre los espiados, se llega a echar de menos los tiempos en que empezaba la manía y se empleaban sistemas casi manuales para enterarse de lo que hacía el prójimo, propio o no, para así disponer de datos que se utilizaba como fuego amigo. ¿Eh...?

Hubo casos clamorosos, como el de un entonces poncio, muy conocido y respetado, que le sopló a la sede central en Madrid lo de que se había vendido material contra la contaminación durante la crisis del Prestige sin rebaja ni consideración. Eso le costó el cargo al barón con más poder de la época. Y dejó casi en el olvido otro caso, el de los papales del juego, que llevó a una condena judicial al hombre más poderoso, políticamente hablando, de la época. Yes...

Ya, sí, el pajarillo cantor no se olvida de otros episodios, más chungos, que tuvieron como protagonistas a poncios intrépidos, pero temerarios. Y que se escuchaban a través de los móviles o de los teléfonos instalados en los coches oficiales. Uno de los más célebres tuvo como protagonistas a un petrucio que le decía a una amiga aquello de “vete preparándote que voy de camino”, o algo así. Avecilla, que es tímida, narra una versión no literal. Uyuyuy...

Son cosas de los primeros tiempos del espionaje, cuando era fácil por las charlas desde móviles oficiales y/o civiles, según los recuerda también Anacleto, que era un especialista. Y de todo ello se obtiene una conclusión: que los alrededores de la ermita de san Caetano son muy vulnerables. Así que la Xunta tendrá que contratar a los mejores, pero eso cuesta un ojo de la cara, a la hora de narrar ciertos hechos. En cualquier caso, alguien tendrá que estirar el bolsillo. ¿Capisci...?

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