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Cites: el poder del conservacionismo radical se impone a la ciencia

Termina la primera semana de CITES y me vuelvo a casa desde Panamá con una sensación de malestar, enfado, impotencia e incomprensión por lo vivido. He podido comprobar en ésta mi primera participación que la política y el conservacionismo más radical priman sobre la ciencia en esta Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de la Fauna y Flora Silvestres.

Esta semana ha sido protagonista la propuesta número 37, presentada por Panamá y copatrocinada, sorprendentemente, por la UE y varios países más. Se trata de la propuesta de inclusión en el Apéndice II de 19 especies de tiburones de la familia Carcharhinidae y de la aplicación de sus disposiciones a otras 35 especies (entre las que se encuentra la tintorera o tiburón azul) de la misma familia por considerar que son parecidas a las 19 y que pueden confundirse en el mercado.

He mencionado que la política y el ecologismo priman sobre la ciencia porque el panel asesor de expertos de la FAO, único órgano independiente de Naciones Unidas con expertos en pesca, publicó un informe en el que claramente manifiestan que, de las 19 especies propuestas, sólo 3 cumplen con los criterios de inclusión en el Apéndice II de CITES, 12 no los cumplen y 4 no tenían datos suficientes para su determinación. Además, manifiesta que “la propuesta no menciona que la familia Cacharhinidae tiene una gama de tamaños, apariencias morfológicas y productividad claramente diferentes. Esto significa que muchas especies pueden diferenciarse claramente entre sí tanto en los lugares de desembarque como en el comercio”. Y, añade, “la inclusión de las 35 especies “semejantes” tendría implicaciones socioeconómicas, de vigilancia, de aplicación y de persecución sustanciales, muy por encima de los requisitos e impactos para las 19 especies seleccionadas para su inclusión en el Apéndice II”.

Ha sido una semana marcada por la presión de las ONG conservacionistas, las cuales han mostrado todo su poderío. En la lista de asistentes acreditados he contado a más de 140 ONG, además de IUCN, de las cuales, más de 50 se dedican a asuntos relacionados con los océanos y la pesca. Y de esas, al menos 5 dedicadas exclusivamente a la protección de los tiburones (algunas de ellas con el objetivo de que se prohíba su pesca). Es decir, más de 250 activistas desplegando todo su poder y circo (algunos aparecían disfrazados de tiburones, entregaban tiburones de peluche –fabricados en China– a los que les interesaba, organizaban charlas y recepciones para convencer a los dubitativos, etc.). Representando al sector pesquero sólo ha estado presente la Coalición Internacional de Asociaciones Pesqueras (ICFA), organización que representa al sector pesquero de 25 países del mundo de los 5 continentes, que yo tengo el honor de presidir y en cuya delegación me han acompañado dos colegas de Australia, uno de Japón y dos de Panamá.

Nada más llegar al impresionante y bonito Centro Internacional de Convenciones de la Ciudad de Panamá, se podía percibir que los protagonistas de esta decimonovena Conferencia de las Partes (CoP 19) iban a ser los tiburones. Todo el largo pasillo que une las distintas salas de conferencias está repleto de preciosas fotografías de las distintas especies de tiburones que se pretenden proteger (por cierto, se vendían a 200 US$ cada una) con un claro propósito de waltdisneyzar estas especies.

Panamá, en un ejercicio de hipocresía y eco blanqueo (greenwashing) sorprendentes, alentados y apoyados por los conservacionistas, ha dedicado todos sus esfuerzos y un gran presupuesto en conseguir sacar adelante la propuesta, la cual fue presentada por el Ministerio de Medio Ambiente sin haber consultado previamente con el de Pesca ni con el sector pesquero nacional. Y menciono lo de la hipocresía y el greenwashing porque Panamá es un país con una tarjeta amarilla de la Comisión Europea por no cooperar suficientemente en la lucha contra la pesca ilegal y porque su gestión pesquera interna es un desastre. En todo momento he pensado “qué pena que no utilicen todo este esfuerzo y presupuesto para poner en orden su gestión pesquera y conseguir la retirada de la tarjeta amarilla”. Pero claro, lo de los tiburones le da mucha más publicidad entre los ecolojetas, que no paran de jalear la iniciativa.

Pues bien, después de varios días de intenso lobby de las ONG a los delegados de los distintos gobiernos y de varios eventos paralelos (side events) para tratar el tema, el jueves por la tarde llegó la hora de tratar en el Comité I la propuesta 37. La delegada de Panamá, con una presentación más propia de una activista radical que de una delegada gubernamental, pidió a todos el voto a favor de la propuesta, incluyendo una enmienda a la inicial que promovía su entrada en vigor 12 meses después de su aprobación. Hasta 15 países pidieron la palabra para mostrar su apoyo públicamente. Japón, por su parte, presentó una enmienda proponiendo que se incluyeran exclusivamente las 19 especies, dejando fuera las 35 restantes. Esta propuesta obtuvo el apoyo público de países como Canadá, Indonesia, Antigua y Barbuda, Mauritania, Sudáfrica o Laos. Posteriormente, Perú presentó una nueva propuesta con una enmienda que planteaba dejar fuera de la lista exclusivamente a la tintorera. Estados Unidos manifestó públicamente su apoyo a esta propuesta. Una vez que intervinieron los representantes de los gobiernos y de la FAO (que recordó las conclusiones del informe del panel de expertos antes mencionadas), intervine yo en nombre de ICFA pidiendo el apoyo a la propuesta de Japón, recordando que la tintorera es una especie perfectamente diferenciable de las otras por su característico color azul metálico, que está en buen estado biológico en todos los océanos gracias a la gestión de las Organizaciones Regionales de Pesca (ORP) y que su inclusión ocasionaría importantes consecuencias socioeconómicas a la flota de palangre de superficie y numerosos problemas burocráticos a los gobiernos y a los pescadores en su aplicación.

Finalmente, se procedió a la votación, la cual fue secreta por petición de unos 20 países. En unos tensos minutos, se votó primero la propuesta de Japón. Resultado: 43 votos a favor, 81 en contra y 12 abstenciones de 136 votos. Rechazada. A continuación, la de Perú. Resultado: 33 a favor, 86 en contra y 14 abstenciones de 133 votos. Rechazada. Y, con mucha más tensión todavía, se votó la de Panamá. Resultado: 88 votos a favor, 29 en contra y 17 abstenciones de 134. Los que estaban a favor, jaleados por las numerosas ONG, saltaron de alegría y cantaron su victoria. La propuesta había alcanzado los 2/3 de los votos necesarios para su aprobación. La fiesta comenzaba, a pesar de que todavía se tiene que celebrar el Pleno al final de esta semana que ahora comienza. En este pleno, se podría reabrir el debate y la votación si algún gobierno lo solicitara. Así que el partido todavía no ha terminado. Desde ICFA estamos trabajando para dar la vuelta a la situación. Es muy difícil, pero ojo, a ver si al final les vamos a dar un susto y la fiesta la acaban celebrando otros...

En un próximo artículo escribiré sobre la sorprendente posición de la UE y de las posibles consecuencias de la entrada en el Apéndice II de todas estas especies (si es que finalmente se produce).

*Presidente de la Coalición Internacional de Asociaciones Pesqueras (ICFA)

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