Más que fructífera resultó la reunión sectorial en la que participamos los Ministerios homólogos de ambos países, en nuestro caso el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana en el marco de la XXXIII Cumbre Luso-Española. La ministra Raquel Sánchez y yo como Secretaria de Estado tuvimos ocasión de concretar con el ministro de Infraestructura y Vivienda de Portugal, Pedro Nuno Costa, las necesidades conjuntas de actuación, la tramitación de expedientes ya iniciados en los dos ejes ferroviarios prioritarios para ambos países, apoyados e impulsados por la Unión Europea: conexiones ferroviarias atlánticas Vigo – Braga – Porto y Lisboa – Badajoz – Madrid. Celebramos, sin duda, la decisión del actual gobierno portugués de incorporarse a la primera división en materia ferroviaria.

La cumbre, en cuanto a movilidad e infraestructuras que la garanticen se refiere, transcurrió en la común búsqueda, con la máxima celeridad, de lo que la coyuntura económica, social y medioambiental nos demanda: la plena integración ferroviaria, corazón de una óptima intermodalidad.

En esta cumbre, donde la innovación fue la protagonista, y de la que han emanado los más ambiciosos proyectos, que ya son presente y futuro de sinergias ibéricas, era inevitable profundizar en la conectividad entre ambos países, en la que, rotundamente, puedo decir que hemos avanzado. Y lo digo con la misma transparencia que cuando avanzamos que concluiríamos la llegada de la alta velocidad a Galicia.

Igualmente estamos trabajando en la conexión con Lugo, con una inversión en plena ejecución, de casi 600 millones de euros, en la modernización de la vieja línea Ourense – Lugo, abandonada década tras década por una razón inaceptable como es la de los pocos votos que suponía la provincia de Lugo en el panorama nacional.

Mi percepción es que la reunión ha resultado muy constructiva, y debemos por ello transmitir un mensaje positivo. No se trata de ser histriónico, costumbre política que me horripila, pero sí de comunicar optimismo cuando los hechos así lo avalan. No es controvertido que España es hoy un país líder en la alta velocidad ferroviaria, y no se puede, pues, dejar de hacer un llamamiento a las Comunidades Autónomas para que no resten en una cuestión que no debe ser objeto de debate político, sino de responsabilidad pública. Que se provoque a la ciudadanía “exigiendo” estar presente en una cumbre entre Estados es, cuando menos, enternecedor, si la cuestión no tuviese tan mala intención.

Ya me gustaría no estar todavía hablando de la conexión Vigo–Porto, como gallega pero también como conocedora del ecosistema socio-económico del Sur de Galicia y Norte de Portugal, y su enorme potencial de desarrollo. Pero la realidad es que hemos de materializarlo y por eso lo vamos a concretar por primera vez en un único plan, con hitos muy rigurosos que ambos países nos obligaremos a cumplir.

Y esa percepción de éxito a la que me refiero, y por ello debería ser un motivo de celebración, se basa en el logro de acuerdos fundamentales sobre la importancia de la interoperabilidad con distintos anchos de vía en el reglamento RTE-T; el acuerdo para la rehabilitación de los pilares y traviesas del Puente Internacional sobre el Miño, así como el estudio de la instalación de un carril bici y un paseo; el pacto que se ha alcanzado para cubrir el incremento de costes en la rehabilitación del Puente Internacional sobre el río Guadiana; o los avances de la agrupación de interés económico Alta Velocidad España Portugal (AVEP) a la hora de realizar estudios conjuntos de demanda, análisis de rentabilidad y de modelo de explotación para la planificación del tramo común transfronterizo de la conexión.

Nadie puede abrigar la duda, y mucho menos en nuestro país, de que, para España, las conexiones con Portugal son prioritarias. Y lo hemos demostrado con la puesta en servicio de 150 kilómetros de plataforma de Alta Velocidad entre Badajoz y Plasencia, con avances y compromisos constantes para la llegada a Madrid. Acciones que, por cierto, necesitan de un impulso portugués para ponerse en valor.

Y en la conexión que más preocupa a Galicia, asociada a la salida sur de Vigo, estamos a punto de licitar el estudio informativo de esta actuación, crucial para la conexión con Oporto y de gran complejidad técnica y territorial.

Estamos encantados de que Portugal apueste definitivamente por la Alta Velocidad. Y tendrá en España un leal apoyo y colaboración, desde su puesto en la élite mundial, como la segunda red más grande del mundo y la certeza de que este país hizo lo correcto hace más de treinta años al poner en marcha esta apuesta, que ha demostrado ser visionaria y de la que todos debemos sentirnos muy orgullosos.

*Secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana