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Luis Carlos de la Peña

La excepción de Pedro Puy

Conocí a Pedro Puy Fraga en las excitantes jornadas del primer claustro elegido democráticamente en la Universidade de Santiago de Compostela, aquel que hizo rector al catedrático de Física Carlos Pajares. Corría el año 1984 y Pedro Puy era uno de los claustrales elegido por sus compañeros estudiantes de la facultad de Derecho; yo, a mi vez, de los de Económicas. Él representaba a las juventudes universitarias conservadoras y yo a los estudiantes agrupados en la plataforma progresista, la PEPA. Otros, como Leiceaga, Jorquera o Rego, figuraban en la opción nacionalista de izquierdas. Ya entonces Pedro Puy, sobrino de Manuel Fraga, era respetado por su solidez argumentativa, equilibrio intelectual, moderación formal y facilidad oratoria.

A diferencia de otros muchos con menos méritos y posibilidades, Puy no se encaminó hacia la política una vez lograda su licenciatura. La vida académica como profesor titular de Economía Aplicada en la facultad de Derecho compostelana centró sus esfuerzos y solo con la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia de la Xunta, en 2009, Pedro Puy acepta desempeñar el papel de portavoz del grupo popular en el Parlamento gallego, un lugar exigente y preeminente, lleno de responsabilidades, sí, pero lejos de las responsabilidades ejecutivas que muchos consideramos idóneas para sus contrastadas capacidades intelectuales y políticas.

Porque Pedro Puy, más allá de su visualizado trabajo como profesor y portavoz parlamentario, como cancerbero de las posiciones no siempre fáciles de justificar del PPdeG, es un hombre de amplia y sólida cultura que se manifiesta, con cuentagotas que muchos lamentamos, en ejemplares artículos periodísticos que muestran la profundidad y diversidad de las raíces que alimentan su armazón intelectual, también en ocasionales entrevistas que muestran su visión panóptica sobre los temas de su interés.

Hace escasos días le he escuchado, a través de la radio, una defensa del Plan Estratéxico de Galicia 2022-2030, un documento de reciente aprobación que ha pasado sin pena ni gloria el debate parlamentario y hasta la propia presentación por parte de la Xunta. Por excéntrico que pueda parecer y quizá lo sea, su lectura me acompaña estas últimas semanas. Cinco grandes ejes: el reto demográfico, la Galicia verde y sostenible, la competitividad y el crecimiento, la cohesión social y territorial y, quinto, la gobernanza, se estructuran en 21 prioridades y 70 objetivos estratégicos: todo un manual de recomendaciones y líneas de actuación para el inmediato futuro. Nadie interesado en el devenir de Galicia debería ser ajeno a un trabajo de estas características. Pedro Puy lo ha citado y puesto en valor. No esperaba menos de él.

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