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Alberto González-Garcés Santiso

Agalega son dos islas

Estos días se está celebrando que hace 500 años, el 6 de septiembre de 1522, llegó a Sanlúcar de Barrameda la nao Victoria, comandada por Juan Sebastián Elcano, después de completar la primera vuelta al mundo. Dos días más tarde, el 8 de septiembre, llegaron a Sevilla. De las cinco naos que salieron de Sevilla el 10 de agosto de 1519, con 239 tripulantes, solamente regresó la Victoria, con 18 tripulantes. Elcano y 17 más. Entre ellos dos gallegos de Baiona, Diego Carmena y Vasco Gómez.

Sobre esta épica primera vuelta al mundo, que me sigue pareciendo asombrosa aunque hayan pasado ya 5 siglos, se están publicando muchos y magníficos libros y artículos, excelentemente bien documentados, así que no me atrevo a escribir otro artículo más. Seguro que no aportaría nada nuevo. Pero aprovecho esta ocasión para unirme de manera entusiasta a las celebraciones de este impresionante hecho.

Hablando de este asunto con mi querido y admirado amigo Juan Carlos Rey Salgado, investigador marino y embajador durante varios años de la Unión Europea en diversos países del Pacífico e Índico, entre ellos la República de Mauricio, me recordó que hace unos años publicó, en la editorial Belagua, de Vigo, un libro de título “Agalega son dos islas”, en el que narra su visita a esta isla doble que es una “dependencia” de esa República aunque se encuentra a más de 1.100 km al norte de su isla principal, la isla Mauricio, en pleno Océano Índico.

En el libro explica que esta isla doble, en realidad son dos pequeñas islas coralinas, una de unos 12 km y la otra de unos 7 km de largo, separadas por una pequeña lengua de mar, de unos 2 km, que se puede cruzar a pie, con agua hasta la cintura, en mara baja, fue descubierta en 1501 o 1502 por Juan de Nova, gallego, nacido en Maceda, Ourense, en 1460. De ahí su nombre “Agalega”, actualmente en una sola palabra, por haber sido descubierta por un gallego.

Juan de Nova pasó su juventud en Galicia pero pronto se va a Portugal y ya desde 1480 presta servicios a su rey, Juan II, y posteriormente a su hijo Manuel I, quién le otorga el cargo de alcalde de Lisboa por los servicios prestados en las incursiones atlánticas bajo el auspicio de la corona portuguesa.

En 1501 Manuel I le encomendó la jefatura de la Tercera Armada que se disponía a viajar a la India, la ruta de las especias, compuesta por cuatro navíos. Este viaje de João da Nova, como era su nombre en portugués, resultó de gran importancia no solo por el conocimiento de nuevas rutas por el Índico, sino que permitió el trazado de nuevos mapas de la India, de la costa oriental africana y de muchas islas de la zona. Además, descubrió la isla de la Ascensión (que él llamó Concepción), la isla Juan de Nova (en el canal de Mozambique), las islas Agalega y, al regreso, la isla de Santa Elena (donde años después estuvo desterrado Napoleón Bonaparte).

Cuenta Juan Carlos Rey que las islas Agalega son hermosas y están muy bien conservadas gracias a la dificultad de acceso. Están a unos 1.100 km de la isla Mauricio, la principal de la República, y únicamente se puede llegar a ellas en un barco que hace la ruta solamente cada seis meses. Pero que actualmente sus aproximadamente 300 habitantes están muy preocupados por hipotéticas e indeseadas “invasiones turísticas” y por el aumento del nivel del mar debido al cambio climático. Téngase en cuenta que la altitud media de las islas es de unos 3 m y el “pico” más alto de las islas, en realidad una duna, tiene solamente 10 m de altitud.

Agalega necesita un esmerado plan de conservación y protección de su ecosistema y de su rico patrimonio histórico y cultural, tanto material como inmaterial. Quizá nosotros les podamos ayudar. Teniendo en cuenta su nombre y el origen de su descubridor, posiblemente se podría hacer un hermanamiento entre Galicia y Agalega para contribuir a que se desarrolle un plan internacional con el fin de ayudar a sus habitantes a preservar de manera adecuada esas dos maravillosas y curiosas islas que son Agalega.

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