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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La cautela

Parece una sabia decisión la que anuncia el señor presidente Rueda Valenzuela cuando habla de manejar “con cautela” los 12.600 millones de euros a los que se refería este periódico como techo de gasto presupuestario para 2023. Y lo es –sabia– porque en esto de la macroeconomía y sus derivadas sucede algo tan pintoresco como con las adivinanzas de Antoñita, la fantástica, que no acertaba ni una, pero tenía su público. Algo que se expone no para ofender a alguien –y menos aún a los expertos–, sino para recordar aquello del clásico acerca de “cuán presto se va el placer y cómo, después de acordado, da dolor”, versos que en cuestión de dinero tienen significado especial, incluso más que la aritmética.

En todo caso, lo más cierto es que doce mil seiscientos millones de euros son muchos euros y eso, además de una alegría para el señor conselleiro de Facenda y la Xunta toda, suscita una sorpresa entre la gente del común. Que, en resumen, consiste en preguntarse, y preguntar, cómo puede ser lo de que mientras el personal las pasa canutas no ya para llegar a fin de mes, sino a mediados, las arcas públicas tengan un margen mayor para, al menos en apariencia, contratar más y más funcionarios. Muchos ya en nómina como interinos o empleados, cierto, pero que logran garantizar su futuro mientras otros, en paro, no cesan de aumentar. Lo que puede sonar a tópico, pero que es una verdad medible.

(Esa capacidad de gasto –que exigirá sin duda la cautela que don Alfonso anuncia– ha suscitado ya, como era de esperar, la aparición de las propuestas opositoras, algunas más concretas que otras, sobre las necesidades urgentes de la sociedad gallega. Todas ellas son ciertas y razonables, pero necesitadas de un orden de prioridades –sería magnífico de nacer consensuado, pero ya se sabe lo que hay– y a la vez, por lo menos en opinión de quien la expone, mayor visión de un futuro en el que todos esperan muchas más sombras que luces. Y puestos a subrayar las demandas, conviene no olvidar una respuesta clara al origen de los dineros. Aunque solo fuere para información de los contribuyentes).

Conste que se alaba la cautela prometida no solo por lo que queda expuesto, sino también por otro dato, en apariencia contradictorio con el anterior, pero que ha de confiarse a la interpretación de los especialistas para que quede claro a los legos. Se trata del anuncio, también oficial, de que la previsión realizada por Facenda para el crecimiento del Producto Interior Bruto –o sea el PIB, la riqueza global del país– lo reduce a la mitad. Y como sus causas, en su gran mayoría, ya existían antes del primer cálculo, ahora corregido, no estorbará otra explicación, con lenguaje sencillo, para dejar sentado con quién se juegan los cuartos quienes aquí habitan, y la credibilidad de los gestores.

Uno de los lemas más antiguos de cuantos forman parte del lenguaje popular es el que aconseja que “no se juegue con las cosas de comer”. Y ciertamente es del todo aplicable ahora mismo, lo que no equivale a una acusación implícita de que alguien practique malas artes y ponga en riesgo las economías domésticas: simplemente es un “por si acaso”. Y para completar la cautela, tan necesaria, se insiste en lo la información, de forma que la sociedad conozca, si no los entresijos del oficio político –que tampoco estorbaría– al menos cómo y por qué se toman las decisiones que obligan a apretarse el cinturón. Con cautela, claro.

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