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Mons. Alberto Cuevas Fdez.

Vamos a volver al Cristo

Así hemos vuelto a cantar de nuevo en los días de la novena de este año, el centenario himno en honor de nuestro Cristo de Vigo, como se viene haciendo ininterrumpidamente desde julio de 1922 en que se estrenó. Y como volveremos a cantarlo, emocionados, al despedirle finalizada la procesión del próximo domingo día 7 de agosto en la remozada Porta do Sol. Volvemos después de dos años de prudente y obligada pausa sanitaria, que aconsejaba la separación física, la distancia de seguridad, el contacto virtual, el confinamiento y la huida de las aglomeraciones.

Ha sido duro todo lo referido a las relaciones interpersonales, tan traumadas en su esencia por tales restricciones, incluso en el aspecto religioso: los templos cerrados, los aforos limitados, la liturgia mutilada en algunos gestos simbólicos de asamblea eclesial o de afecto fraternal, los consejos de disolver con celeridad los grupos y evitar las reuniones, la supresión de las procesiones… Hemos tenido que vivir separados y desunidos, lo cual entre los humanos –y especialmente entre cristianos– resulta contra natura, pues hemos sido creados y estamos llamados a vivir en comunión, en fraternidad o como se destaca últimamente en sinodalidad, que quiere decir caminando juntos.

Pero aleluya, porque el próximo domingo vamos a volver al Cristo. Con prudencia y las debidas cautelas, eso sí, pero vamos a volver, necesitamos volver. Y para eso: “Alza Vigo la frente serena y contempla a tu Cristo en la Cruz…” .

El próximo domingo será un día grande, hay que vivirlo así. Porque comienza una nueva etapa: la de la pospandemia y de la vuelta a la normalidad. En las relaciones sociales y también en nuestras actitudes religiosas, que tanto hemos padecido en ese tiempo de decisiones personales indefinidas, oscuras, grises y poco claras. Es indudable que necesitamos volver al Cristo y que en todo tiempo y circunstancia el cristiano ha de volver a Cristo.

“Con acentos de amor encendido, entonemos un himno sin par al Santísimo Cristo de Vigo, que es el Rey de este pueblo inmortal”

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Sí, volverá el Cristo a ver nuestras calles, nuestras casas y nuestras caras. Y volveremos a pedirle por los que ya no están, los que se han ido en este tiempo –¡algunos tan solos!–, y volverá a tranquilizarnos y a emocionarnos diciéndonos que ahora están con Él y volverán las lágrimas a nuestros ojos o a las gargantas para decirle que “sí, Señor, pero los echamos mucho de menos”.

Y volveremos a darle gracias por poder volver otro año más, como antaño. Y le mostraremos gratitud porque sentimos de nuevo la sed de gozar la presencia del Cristo, que es fortaleza y apoyo en las tareas de cada día, y luz en todos los asuntos de la familia y amparo en las tormentas de la vida social, y guía en los tortuosos caminos del destino. ¡Gracias, gracias, Santísimo Cristo de nuestras victorias!

Por todo ello, el próximo domingo: “Alza Vigo la frente serena y contempla a tu Cristo en la Cruz…”

*Sacerdote y periodista

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