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Francisco García.

Billete de vuelta

Francisco García

Nucleares, sí gracias

Nucleares, sí gracias

El brutal encarecimiento del gas, cuyo coste se multiplica a causa del conflicto bélico en Ucrania, abre de nuevo el debate sobre la conveniencia o no de la producción energética por medio de centrales nucleares. El planeta se echa en brazos de las fuentes renovables, pero no siempre sale el sol ni sopla el mismo viento. Bendecida la descarbonización, imparable la subida del mercado gasístico, ¿qué alternativa queda para garantizar la soberanía energética de los estados? La energía nuclear, a la que incluso ahora algunos países pretenden dotar de etiqueta verde.

Después de Chernóbil y de Fukushima, a ver quién es el osado que acepta la instalación de una central nuclear a unos kilómetros de su casa. El debate está abierto, pero con los rusos atacando instalaciones de este tipo en Ucrania, nadie se atreve a dar un paso que tal vez acabe siendo irremediable.

Mientras tanto, el Kremlin coquetea con la amenaza de utilizar su imponente arsenal nuclear, lo que pone en riesgo el futuro de la humanidad por cuanto el potencial de ese armamento, en oriente y occidente, alcanza para destruir varias veces el planeta y convertir a la especie humana en fosfatina. La fortaleza de Putin no reside en la relevancia de la economía de su país ni en la fortaleza de su ejército, sino en su capacidad armamentística destructiva. Con armas nucleares lo eres todo. Sin armas nucleares no vales nada.

El mensaje que se lanza al mundo es peligroso y pernicioso: si Ucrania está en llamas mientras Corea del Norte permanece a salvo gracias a la persuasión de su armamento nuclear, la respuesta es sencilla: la seguridad de un país se va a medir a partir de ahora en cantidad de bombas atómicas.

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