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Matías Vallés.

La primera guerra con McDonald’s

Se habla de la primera invasión a escala gigante de un país europeo desde la Segunda Guerra Mundial. Se agrega la primera liquidación de una entidad nacional de mayor tamaño que España desde 1945. O del primer bombardeo de una central nuclear de la historia. Estas marcas académicas cursan con frialdad, frente a la evidencia de la primera gran guerra entre dos países donde se halla establecida la marca de comida rápida McDonald’s. Una de las leyes bélicas más curiosas fue dictada un cuarto de siglo atrás por Thomas Friedman, galardonado tres veces con el Pulitzer y famoso por su ensayo “La Tierra es plana”. Según el escritor norteamericano, nunca se ha producido una ruptura de hostilidades entre Estados donde se haya instalada la marca de los arcos dorados.

“Thomas Friedman explicaba que a las naciones de comida rápida no les gusta librar guerras”

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Rusia y Ucrania están sobradamente abastecidas por McDonald’s. Aunque ha habido excepciones anteriores de rango menor, la anexión ucraniana por parte de Moscú no solo supone una infracción que volatiliza el presupuesto pacifista. También ayuda a explicar la estupefacción global ante el conflicto, que golpea de forma especial más allá de producirse en el vecindario. Friedman no se limitaba a exponer su teoría, sino que explicaba que a las naciones de comida rápida “no les gusta librar guerras, les gusta hacer cola para comprar hamburguesas”. Con algo más de solidez erudita, la instalación de las grandes marcas globales presupone el cultivo de una clase media refractaría a las aventuras bélicas. Con su instinto de superioridad, los serbios cantaban canciones en el estadio a los croatas con el estribillo de “nosotros tenemos un McDonald’s, ¿dónde está el vuestro?”.

Ha decaído el blindaje de las sociedades burguesas y hamburguesas contra la guerra. McDonald’s seguía abierto el fin de semana en Rusia, frente a la retirada de Nike, Apple, Zara o Ikea. La bandera de la paz con patatas se resiste a claudicar. Por lo que respecta a la relación de fuerzas, los 850 restaurantes rusos de la marca frente a los sesenta ucranianos constituyen un indicio fiel sobre el previsible desenlace del conflicto.

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