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Luis Carlos de la Peña

Manual para reformadores

Si constatamos que las crisis capitalistas tienden a reproducirse en períodos más cortos de tiempo, podríamos también conceder que la capacidad analítica de Antón Costas (1949) y Xosé Carlos Arias (1954), catedráticos ambos de Política Económica, está presta para ofrecernos con puntualidad las claves para la mejor comprensión de aquellas. Si La torre de la arrogancia (2011) nacía en pleno aguacero de la Gran Recesión y La nueva piel del capitalismo (2016) era capaz de extraer las enseñanzas de la gestión realizada entonces, ahora Laberintos de la prosperidad (2021) es el nuevo libro que levanta acta de los retos que la pandemia plantea y los efectos de las soluciones que se vienen ensayando. Tres libros –mil páginas, recordaba Arias en el Club FARO– escritos entre ambos en apenas diez años. Un tiempo que ha cambiado globalmente el tejido productivo, las respuestas políticas, la distribución de la riqueza, la percepción social de las incertidumbres y los mecanismos de cooperación desplegados.

Los tres textos pueden leerse como capítulos de una única y apasionante crónica de los excesos de nuestro sistema capitalista y los efectos del cataclismo epidemiológico, un riesgo mal evaluado. Una crónica de singular capacidad explicativa fruto de la sagaz comprensión de la realidad. El caudaloso trabajo de Costas y Arias se inspira en una voluntad pedagógica y ética. “Construir un relato de la modernización que fortalezca la autoestima y la confianza”, escribía ya en La torre… (2011) el ahora presidente del Consejo Económico y Social (CES), Antón Costas, quizá el mejor ejemplo de economista moral en nuestro país.

"En 'Laberintos de la prosperidad', Antón Costas y Xosé Carlos Arias levantan acta de los retos que la pandemia plantea y los efectos de las soluciones que se vienen ensayando"

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Con matices ideológicos que se despliegan entre el liberalismo más ético y el progresismo político, la redacción conjunta no hace sino multiplicar los ángulos de visión y tejer una más rica trama de tradiciones analíticas. El resultado es un precipitado donde la comunidad y lo social importan; donde conceptos como democracia y reciprocidad se llenan de significados; donde la autoestima individual y colectiva se consideran un valor impulsor de nuevas singladuras y donde el ingreso mínimo vital o los fondos Next Generation son percibidos como indicadores de que algo aprendimos de los errores en la gestión de la anterior crisis. Estamos, en definitiva, ante el por ahora último capítulo de la crónica de las crisis de este siglo o, como ellos escriben con modestia, “un manual para reformadores con sentido común”.

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