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Xaime Fandiño

LA ACERA VOLADA

Xaime Fandiño

La flauta dulce, un suplicio en el hogar

La pandemia del COVID ha conseguido muchas cosas que hace poco nos parecerían ciencia ficción: andar con mascarilla, enjuagarse con gel hidroalcohólico en casa y a la entrada de cada local, alejarse a más de metro y medio del prójimo, evitar abrazos y otros arrumacos... pero si todo esto ha dado un giro a nuestra vida y costumbres, lo que más me asombra es que el virus haya sido capaz de acabar con la hegemonía de flauta dulce en la educación primaria.

Durante años, millones de padres hemos sufrido en casa a diario el acoso de este instrumento cuasi obligatorio con el que nuestros hijos intentaban practicar día tras día las melodías tradicionales del programa docente. Los fallos de ejecución, las repeticiones continuas hasta lograr enlazar los pasajes y llevar a buen fin la melodía, así como el sonido agudo y penetrante del instrumento con muchos “gallos” por el camino, desesperaban tanto al alumno como a los progenitores y vecinos, de modo que ese primer acercamiento a la música y en concreto a el instrumento de Hamelín, provocaban un rechazo dañino en los padres, así como un complejo en el niño que le despegaba, tan pronto como tenía ocasión, de cualquier interés por el aprendizaje musical.

Me imagino que la flauta dulce se convirtió en el instrumento esencial de la mayoría de los colegios debido a que, por una parte, goza de una dimensión manejable, (se puede meter en la mochila) y por otra, que muchos de los profesores obligados a impartir la materia musical a los niños de primaria no eran realmente especialistas. Así, el instrumento fue ganando terreno hasta que se convirtió en un estándar.

El caso es que, en este contexto, Hohner logró un nicho de mercado nada desdeñable ya que, a principio de curso, la mayoría de las flautas dulces que portaban los estudiantes eran de esa marca.

No sé cuántas vocaciones se habrán perdido por esta aproximación primigenia a la música de nuestros niños únicamente a través de un instrumento melódico, que si bien su ejecución parece fácil porque sólo se trata de tapar agujeros, sacarle un sonido decente no es una tontería, de aquí el sufrimiento del que escucha ya que, aunque el niño consiga pulsar certeramente las notas que llevan a la melodía, el sonido no suele estar a la altura de lo esperado por eso, después de tantos años de tocar la flauta en los colegios hayan salido tan pocos flautistas del nivel de Carlos Núñez.

Si analizamos la ductilidad de ese instrumento como primer vehículo de acercamiento a la música, hay que decir por un lado, que la flauta dulce es un instrumento que, para su ejecución tapa la boca del intérprete y por ello le deshabilita para que se pueda acompañar simultáneamente con la voz durante la pieza musical y por otro, porque se trata de un instrumento melódico, cosa que sólo permite la ejecución de melodías pero no el acompañamiento. Por contra, si los niños hubieran tenido la ocasión de iniciarse con instrumentos armónicos, les habría permitido, además de hacer melodía, realizar acompañamientos de acordes y cantar de forma simultánea. Es decir, tres en uno.

Hace años, con varios compañeros sensibles con la situación, llegamos a hablar de hacer un movimiento de “afectados por la flauta dulce” como recurso musical casi único y prioritario para los escolares. Para ello proponíamos que se ofreciera además de la flauta, opciones más diversas de modo que el acercamiento de nuestros niños a la música llegara a ser lo más ilusionante posible, con instrumentos tan portables como la flauta y que también caben en la mochila: ukeleles, pequeños teclados electrónicos, guitarras junior... pero no lo conseguimos y ahora, desde la irrupción de la pandemia, y quizá por el temor a la saliva que produce la interpretación de un instrumento que se mete en la boca, da la impresión de que se ha logrado que, por fin que los niños, puedan aproximarse masivamente a la música en el colegio a través de otros instrumentos que no ocupen la comisura de los labios.

Parece pues, a todas luces, que en estos cursos académicos post-COVID, así como en lo que respecta a los regalos musicales de navidad, la cuenta de resultados de Hohner en el capítulo de flautas dulces ha debido sufrir un fuerte impacto después de tantos años de hegemonía.

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