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Ceferino de Blas.

Opinión

Ceferino de Blas

El Diccionario de Gerardo

Gerardo habrá sonreído desde la inmensidad, cuando el pasado martes se presentaba su obra monumental, “Diccionario de vigueses”, en el que trabajó tantos años.

No lo vio circular en vida, no se sabe muy bien la causa del retraso, pero por fin la Diputación hizo lo que debía: presentarlo y permitir a cuantos lectores quieran conocer este trabajo inconmensurable, al que más energías ha dedicado uno de los mejores investigadores y de los máximos divulgadores del pasado de Vigo.

Porque si la investigación se queda en el conocimiento del autor, sólo sirve a la comunidad cuando responde a una consulta o lo explica verbalmente a un colectivo, es decir, se limita a una minoría, pero cuando se divulga llega a la inmensa mayoría.

Gerardo ha sido sobre todo un gran divulgador, que no en vano su oficio fue de periodista, y para demostrarlo ahí está el montón de libros, opúsculos y trabajos periodísticos que ha publicado, que llenan un buen trozo de cualquier biblioteca.

Y los vigueses que se precien, que gocen con el conocimiento de la historia de la ciudad, deberían apresurarse a incorporar a su colección los libros de Gerardo González Martín.

Ese descubrimiento de los personajes, esa vocación de indagador de la vida de los vigueses ilustres es lo que le absorbió durante años, y el resultado es esta obra magna, en que deja constancia de más de 1.700 biografías. ¡Es asombroso por el número, y sorprende que haya tantos vigueses que han merecido su atención, porque se han significado y merecen ser recordados!

Evidentemente, ha aplicado el término vigués en sentido lato, abarcando a cuantos han tenido relación con Vigo, no sólo a los de nacimiento o de residencia permanente. ¡No se le ha escapado ninguno y ha incorporado a los dos volúmenes de su obra a apellidos que son novedad incluso para los especialistas!

Muchos son personajes de sus espléndidas crónicas sentimentales, en las que reportajeaba a familias que rescataba para que los lectores supieran porqué suenan determinadas sagas locales. Otros son prácticamente inéditos.

Gerardo es el prototipo del forastero que llega a Vigo, se entusiasma y se convierte en un vigués de pro, que adquiere más conocimientos que la inmensa mayoría y, enfervorizado por lo que ha descubierto, se siente en la obligación de compartirlo para que lo disfruten los demás. Quiere que se emocionen igual que él con el pasado que indagó.

Por eso deja como legado títulos tan impactantes como: “Pasión por Vigo” (Vida y obra del cronista Rodríguez Elias), “Periodistas impulsores del viguismo” o “Titanes del viguismo en una ciudad discriminada”.

Llegó a Vigo con Manuel Cerezales, en 1962, a trabajar en este periódico, cuando el marido de Carmen Laforet vino a dirigirlo, pero al retornar Cerezales a Madrid tres años después, Gerardo ya estaba embalado como entusiasta vigués, y aquí se queda para aportar tanto conocimiento como el que más de la historia local. Incluso puede considerársele el máximo difusor del concepto “viguismo”, igual que a Blas Agra, otro vigués de adopción, se le tiene por el principal intérprete del “alma viguesa”. Dos conceptos, “viguismo” y “alma viguesa”, que a algunos les sonarán a trasnochados, pero que perviven en muchos vigueses de esta hora. Fueron vocablos defensivos, cuando la ciudad no era considerada, pero ahora que ha emergido por encima de todas las demás, son conceptos que resaltan por su positividad.

Gerardo formó parte, hace un cuarto de siglo, del grupo fundador del Instituto de Estudios Vigueses con otros tres periodistas: José Francisco Armesto, Manuel de la Fuente y Lalo Vázquez Gil. De la profesión sólo quedaba él, y se nos ha ido, con la pena de no ver publicada su gran obra.

Ahora ya está, y cuando se presentaba el martes en la Diputación, se sintió un viento proveniente del cosmos. A algunos les pareció que era Gerardo que sonreía. ¡Vais a ver lo que es una obra importante!, pareció escuchársele. Es el “Diccionario de Vigueses, 1875-1945. Retazos de la historia local a través de la vida de más de 1700 personajes”. En dos volúmenes. Será consultada muchas veces, y citada también.

P.S. Con enorme elegancia, Carlos López Font, representante de la Diputación, en la presentación del Diccionario, dijo que el acto era “un desagravio” al autor por el incomprensible tiempo que se tardó en darlo a conocer. Pero recalcó que también era el homenaje que tiene merecido por la aportación ingente que supone esta obra titánica, especialmente para los vigueses.

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