Faro de Vigo

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El columnista no solo suele creer que tiene opinión sobre todo, sino que está obligado a ello; una tiranía de la que por salud y por decencia conviene evadirse a veces. ETA ha dejado de matar, pero su sostén social sigue más o menos donde estaba e intenta honrar a sus presos y a sus muertos. ¿Qué hacer con una mancha sociológica tan nutrida?, ¿aislarla mediante un cordón sanitario o intentar llevarla a compromisos democráticos? ¿Qué hacer con los presos?, ¿tratar de prolongar las justas condenas cuanto se pueda (en cuanto a Henry Parot hasta nació una jurisprudencia al efecto, la “doctrina Parot”) o aplicar paliativos en función de su eventual “arrepentimiento”? ¿Qué hacer con los homenajes encubiertos (o no tanto)?, ¿aplicar la tolerancia que ETA nunca tuvo con sus víctimas o reprimirlos con dureza? ¿Qué hacer con el “no sé” cuando se forma en la cabeza, silenciarlo o contarlo?

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