Sabido es que Marín era un “coto de realengo” que Perteneció a la reina doña Urraca, que, en 1112, quiso premiar a los nobles gallegos que se reunieron en Santiago y acordaron estar dispuestos a defenderla, por ello la reina regaló al noble Diego Arias de Deza, el coto de Marín. Más tarde don Diego, con setenta años, en 1151, decidió retirarse al convento cisterciense de Osera, y dono todos sus bienes a la Orden.

Tal como expone el historiador José Torres, en su obra sobre la Historia de Marín, y añade: “Con la venida de los monjes de Osera se constituyó como independiente de la jurisdicción parroquial de San Giao o Xiao dos Ancorados una extensa zona situada entre los ríos Gundin y Lameira que con el nombre de “Granxa de Marín” fue la residencia del Priorato de Osera. Esta delimitación hallábase señalada por una serie de diez y nueve mojones de piedra, formando la raya que dividía y apartaba la feligresía de San Julián de Marín de la citada Granxa de Osera”.

Además, formaban parte, incluidos en la Granxa, el caserío del Busto de Arriba, el lugar de Xan Xurxo, así como una Granja o quinta con su huerta, palomar y arboleda, sita en la Cuesta, es decir la “Granja de la Cuesta” y otras pertenencias.

Con motivo del reciente acto de presentación de la “Recuperación de los topónimos” de Galicia, realizado en el Museo Manuel Torres, queremos, una vez más llamar la atención a los responsables, de que la mal llamada Finca de Briz, debe denominarse “La Granja o A Granxa da Costa”, porque así lo atestiguan nueve siglos de historia, y está grabado en la entrada por su primer propietario y porque, como ya expusimos en varias ocasiones, sin que nos hicieran caso, es un topónimo que recoge parte de nuestra historia, ya que los marinenses no fuimos capaces de mantener en pie el edificio del Priorato, tengamos la honradez y la valentía de mantener este topónimo de “A Granxa”, como fiel recuerdo y testigo histórico de lo que desde el siglo XII fue nuestra Villa.