Hay conductas que nos retrotraen a principios del siglo pasado cuando la contaminación y la ecología importaban más bien poco, me refiero concretamente a la actividad de Renfe y Adif en las estaciones. Hace un año me mudé a un edificio en frente de la estación de Ourense Empalme, la manida intermodal, desde mi atalaya observo cosas que deberían ser vergonzantes para estas empresas dependientes del Ministerio de Transportes en las cuales nos gastamos millones de euros para que sean más ecológicas. Me refiero concretamente al hecho persistente y cotidiano de que las locomotoras diésel de mercancías estén encendidas y paradas sin ninguna actividad durante horas, sí, sí… han leído bien, ¡horas!, unas veces con vagones de carga (supongo que a la espera de que le den permiso para circular) y, otras muchas, la locomotora sola, sin moverse un ápice de la estación, escupiendo negro humo y molestos y vanos decibelios. Luego nos conminan para que compremos autos equipados “start&stop” que se apagan durante los breves segundos que permanece el semáforo en rojo. ¡País!