Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El meollo

El devenir de los ambulantes

Una cosa es decir que la venta ambulante ya no es lo que fue y significó antaño en Pontevedra, y otra cosa es firmar su certificado de defunción. El primer aserto es una obviedad, mientras que la segunda afirmación roza la temeridad. Los ambulantes han mostrado a lo largo de la historia una asombrosa capacidad para reinventarse y para resistir cualquier envite. Pero no resulta menos cierto que el covid ha roto barreras casi impensables y ha provocado descalabros hasta ahora inimaginables.

El mercadillo ambulante vivió aquí su época dorada entre los años 70 y 80, hasta que el comercio local se echó al monte y le declaró una guerra a muerte. Aempe casi se creó para tal fin y presionó cuanto pudo a la primera corporación democrática que encabezó Rivas Fontán, para sacar la feria de la plaza de Barcelos. La consigna fue “cuanto más lejos, mejor”. Y los ambulantes acabaron en el Recinto Ferial, al otro lado del río, que entonces parecía estar más lejos. Pero una vez consumado el traslado, lograron resistir y resistieron bien, hasta anteayer como quien dice, aunque con algún episodio turbio por medio, que no viene al caso porque es otra historia distinta.

La última feria ambulante que tuvo lugar el otro fin de semana en los aledaños de la calle Rafael Areses solamente contó con siete puestos, siete, según contó FARO en estas páginas. En sus buenos tiempos, el mercadillo de Pontevedra acogía doscientos vendedores y estaba entre los mejores que se celebraban en Galicia. Ahora andan por unos cincuenta en los días buenos, y anhelan un traslado a Campolongo, donde estuvieron de prestado a finales del pasado año con unos resultados bastante satisfactorios.

Seis meses han pasado ya desde entonces, cuando la concejala socialista Yoya Blanco, apuntó a la avenida de Reina Victoria como nueva posible ubicación de la feria ambulante en una operación de acercamiento al centro urbano, por supuesto que con permiso del covid, Sin prisa, pero sin pausa, dijo entonces la concejala de Promoción Económica. Pero visto lo visto, el asunto va despacio, y su devenir parece que no está aún escrito.

El Meollo de la cuestión está en vislumbrar si ese cambio de ubicación del mercadillo, todavía en el aire, llegará a tiempo de evitar su muerte por inanición, o si en caso favorable, permitirá a la feria recuperar no tanto la pujanza de entonces, como el débil pulso que tenía antes de esta terrible pandemia.

Compartir el artículo

stats