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La vida dura de Iglesias Turrión

Hay que ponerse en su lugar. Cuando está uno vistiendo el muñeco del Gobierno cara a la izquierda-izquierda, pero sin tocar casi el presupuesto, controlado por la férrea mano de Nadia Calviño, de algún modo tiene que hacer política. Ya se que estando por voluntad propia en el corazón del sistema parece indigno darle estopa sin dejar títere con cabeza (del CGPJ a la jefatura del Estado, pasando por la independencia de los medios y la propia calidad democrática del “régimen”), pero ¿qué va a hacer uno si tampoco le dieron la oportunidad, siendo futuro profesor de derecho político, de dejar su huella en la Constitución? Es verdad que cuando fue aprobada el futuro profesor solo tenía dos meses, pero podrían haberlo dejado gatear sobre el BOE y hacerle un pis. Esos traumas de la primera infancia maltratan tanto el ego que luego no se puede culpar a la víctima.

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