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Ignacio Arroyo Martínez

Guasap. ¿Bienvenido o vituperado?

Desde el primer día supe que escribir o dejar mensajes orales en guasap es lo mismo que escribir en un periódico o hablar en público.

La plataforma de comunicación WhatsApp, bautizada Guasap en español, la usan diariamente cientos de millones de personas en todo el mundo. Hecho tan popular y notorio no necesita ser legitimado pues su uso planetario confirma su aceptación, y también, la bondad del instrumento. Sin embargo, las redes sociales del continente americano primero y las europeas después están difundiendo, de forma exponencial, la recomendación de Elon Muskel, el hombre más rico del mundo, quien con 185 mil millones de dólares ha superado a Jef Benson, director ejecutivo de Amazon. Muskel recomienda abandonar WhatsApp y usar plataformas más pequeñas y seguras como Signal. Como sabemos, la plataforma criticada pertenece a Facebook y los usuarios tendrán que compartir sus datos con la empresa matriz, lo que cuestiona gravemente la privacidad de los mensajes ya que el gigante Facebook dispone de un caudal informativo que para si quisieran las mayores potencias, civiles o militares, del mundo. Porque la información es el oro de ayer, el petróleo de hoy y la moneda de mañana, que ya está amaneciendo. Si a esto añadimos el manejo estadístico de tantos datos (big data), el conocimiento y control del comportamiento humano estará en manos de quien posea ambos instrumentos. No seré yo quien se oponga a la citada recomendación, siempre loable reducir poder y fomentar estructuras alternativas, máxime si además añaden el valor de la intimidad, aunque desconfío como pueden garantizarlo. Ante todo hay que agradecer a los inventores y productores de Guasap su valiosa aportación al bienestar de la humanidad. Tan obvios e importantes son sus beneficios que no necesitan comentario. Basta recordar su empleo planetario sin distinción de edad, sexo, credo, religión, nacionalidad, poder económico, situación geográfica, horario, carácter o humor, por parte del emisor y del recepcionario. ¿Qué más se puede pedir? Y por si fuera poco, se me antoja calificarlo como el instrumento más democrático jamás inventado. Sin embargo, tales loas y beneficios no invalidan la justificada crítica mencionada del peligro para la intimidad y consiguiente poderío de la empresa matriz suministradora. ¿Cómo podemos, entonces, compatibilizar objetivos tan opuestos?

La respuesta es bien sencilla, aunque parezca una verdad de perogrullo: Guasap no sirve para transmitir contenidos íntimos. Desde el primer día supe que escribir o dejar mensajes orales en guasap es lo mismo que escribir en un periódico o hablar en público. O sea, no pidas peras al olmo.

*Catedrático de Universidad

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