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Pedro de Silva

¡Historias, historias!

¿Por qué necesitamos historias que conmuevan? Una pregunta tan retórica como por qué necesitamos comer. Siendo yo joven las historias de mayor éxito popular, femenino sobre todo, circulaban por los seriales radiofónicos a las 5 de la tarde. El de más éxito, de fines de los años 50 del XX, fue “Ama Rosa”, en el que a lo largo de semanas y semanas todos esperaban el momento final en que el hijo biológico dijera ¡madre!, y esta respondiera ¡hijo! Las historias madre-hijo de los reality show de hoy, en parecida franja horaria, viajan en la misma corriente, aunque ahora manden las historias chico-chica (y chico-chico o chica-chica, entonces impensables). Todo viene a ser igual, pues las historias de la vida real se fabrican a medida por un cuerpo de actores que se representan a sí mismos. Las series y miniseries trabajan la misma madera: la que da el bosque de historias en que vivimos.

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