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Aquel odioso “¡Resistiré!”

¿Quién podría imaginarse hace siete meses que el coronavirus iba a ser una cruel espada de Damocles durante todo el horario de verano? ¡Qué lejos quedó el 14 de marzo cuando Sánchez anunció el estado de alarma por el optimista plazo de quince días! Finalmente, la clepsidra que usaba Galileo goteó de forma pertinaz sobre el tubo del tiempo y ya está aquí el horario de invierno.

Anochece ya una hora antes y eso ni es bueno ni es malo pero quizá en época de pandemia corrija un poco las ansias de nueva normalidad que despertaron aquellos primeros rayos de sol en el que todos confiaban que pusiese a raya a la covid que llegaba de Wuhan, en el lejano oriente.

Vuelve el invierno con sus días más cortos, el frío y las lluvias. Un momento adecuado para recogerse en casa y evitar la calle, las aglomeraciones, las terrazas, incluso las fiestas.

No se trata de amargar a nadie pero O Salnés tiene que salir de la lista negra, del semáforo rojo con el que Vilagarcía comenzó esta semana, al dispararse el número de infectados.

Es el momento de refugiarse en casa, único remedio que ha demostrado eficacia, aunque traiga los malos recuerdos del confinamiento, la del balcón a las ocho.

O Salnés fue ejemplo en aquellos dos meses y medio, simplemente porque sus ciudadanos se han comportado como nadie. De ahí aquella baja incidencia en contagios, las mínimas hospitalizaciones y los contados casos de aislamiento familiar.

Pero después de aquella recta parece que llegan curvas y solo tomando precauciones, siendo precavidos, va a ser posible doblegarlas, sin derrapar.

Es una responsabilidad de todos que llega en el mejor de los momentos, pues el invierno invita a disfrutar del calor doméstico, de la pasión por la buena lectura, de una buena película y también de un exquisito potaje.

Sobrevivir al invierno en época de pandemia parece más sencillo aunque también cueste apartarse de los amigos, de los compañeros de trabajo, de los colegas de rooning, de petanca o de pádel.

Hoy hay alternativas pues la tecnología lo ha puesto todo más fácil y más cerca. La cultura, el ocio, las compras, la comunicación se encuentran a golpe de click..., hasta la medicina si hace falta.

Claro que es más frío y menos emocional, claro que se echan de menos los abrazos, el saludo con la mano el golpecito en el hombro. ¿Quién no quiere recobrar ese comportamiento social?

Pero toca sacrificarse, renunciar todos a una para salir pronto de esta crisis que atenaza al mundo, de saltar esta segunda ola del océano covid que quiere engullir a la sociedad entera.

Es el momento de dar un paso más pues la mascarilla es necesaria pero no suficiente. Quedarse en casa es protegerse a uno y proteger a los demás. No queda otra, de momento.

Cueste lo que cueste siempre será mejor que acudir a un tanatorio, como bien advirtió el alcalde de Vilanova Gonzalo Durán.

Ojalá nunca más haya que salir al balcón para aplaudir el trabajo de los sanitarios, pero mucho menos es deseable que los méritos y los aplausos se oigan con claridad en el Hospital do Salnés o en la terrible segunda planta de Montecelo,

Si eso ocurre es que existe un problema de amnesia colectiva que es difícil de corregir con simples palabras y consejos que si no se atienden obligarán a entonar aquel odioso himno: “¡Resistiré!”

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