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La crisis que tumbó el negocio

Formalizado el traspaso de La Ibense por la familia Ojea a Salvador Santiago Rodríguez, incluido el secreto mejor guardado en la elaboración de sabores y texturas, la histórica heladería tocó de nuevo el cielo en el siglo XXI como en su mejor época del siglo XX; pero acabó en el infierno de manera irremediable.

La nueva Ibense se instaló en un amplio y cómodo local de la calle Padre Luís Mª Fernández, definitivamente ganada para la hostelería y el ocio. Allí mantuvo su doble oferta como heladería y churrería. Luego, contó con un segundo establecimiento al principio de la calle Virgen del Camino.

Salvador Santiago experimentó la consecución de nuevos sabores y así llegó a la presentación del helado de cigala, en el marco de la Fiesta de la Cigala de Marín. Aquella especialidad marisquera llamó mucho la atención y dio la vuelta a España, merced a diversos programas televisivos que popularizaron la imagen de su atrevido creador.

Don Santiago accedió a la presidencia de Hosteleiros Asociados de Pontevedra (Hoaspo) y entró en la directiva de Aempe. Pero sobrevino la crisis económica de 2008 y no consiguió aguantar el duro envite. A aquella situación crítica se sumó también el fallecimiento de su mujer. El empresario tuvo que cerrar La Ibense, pero lo hizo de malas maneras, faltando al respeto de su buen nombre comercial, entre denuncias judiciales y acusaciones periodísticas.

Sin embargo, algún tiempo después La Ibense resurgió de sus cenizas. Pasó como franquicia a manos del Grupo Acuña y encontró nuevo acomodo en la calle Juan Carlos I. Pilar Moledo se hizo cargo del negocio en 2017 con la ayuda del propio Salvador Santiago en el secreto de la receta heladera de doña Soledad. De modo que no seré yo quien firme la defunción de La Ibense.

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