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Antonio Touriño

mirador de lobeira

Antonio Touriño

La distancia la marca el color (político)

El concepto de proximidad y lejanía lo explicaron con la genialidad infantil que les caracteriza los célebre Epi y Blas. También hay científicos que se atrevieron a esbozar teorías más o menos acertadas de lo que se puede considerar cercano o remoto. Los atletas de maratón saben que 42 kilómetros es una distancia que se puede realizar en un tiempo razonable. Se pueden poner más argumentos pero no se trata de hablar de velocidad y tiempo, ni de explicar términos físicos como supersónico, el tiempo de viaje de la luz, las ondas hertzianas o la relatividad de Einstein.

Lo que para muchos está cerca para otros es una inmensidad y al contrario, puede que haya quien vea todo casi todo alrededor y hasta quien piense que los kilómetros se recorren en un santiamén.

Pero cuando la salud está en juego cualquier recorrido es insoportable, a todos da la impresión de que no se llega nunca, que siempre se va a llegar más tarde de lo que se espera.

Por eso que los niños de Paradela o de Lois, incluso los de Dena o de Xil, tengan que ir corriendo al centro de salud de Baltar parece, como mínimo, un despropósito sanitario más, aunque más bien una tomadura de pelo.

Cabe reconocer que no hay pediatras, incluso que no haya médicos sustitutos en una época en la que estos profesionales tienen tanta demanda que hasta para atender a la covid 19 hubo que recurrir a jubilados y a recién licenciados.

Pero la excusa de la cercanía es como mínimo una burla a la inteligencia de los vecinos a los que se arrebató un servicio que se venía prestando con regularidad, una referencia que les corresponde por la llana razón de que pagan impuestos para contribuir al estado de bienestar, una de cuyas partes les quieren arrebatar.

No parece justificado que a estas alturas se imponga el centro desalud de Baltar (Portonovo) a todos los niños de Meaño y Meis y que para una simple vacuna tengan que perder toda una mañana ellos y sus padres.

Ir desde A Goulla a Portonovo implica como mínimo una hora de viaje en coche particular y el tiempo de espera en la consulta. Si se habla de emplear el transporte público, la odisea puede llevar el día entero.

Pero no solo se pierde el tiempo. Lo grave es que un niño sufra una dolencia importante que precise de atención médica urgente, tanto por el malestar que, sin motivo, tiene que sufrir el pequeño como por la preocupación de la persona que le acompañe al servicio. Y ojalá no llegue tarde.

Dirán que también tienen ocasión de ir a Cambados si les es más cómodo. Pues bien, la fórmula también es peor de lo que tenían hasta ahora.

El problema de la carestía de pediatras es antiguo y la administración ha vuelto a obviar la búsqueda de soluciones adecuadas.

Quizás sería bueno una nueva lección de los Teleñecos. Epi y Blas seguro que saben exponer cómo se consiguen si explican los términos voluntad y decisión. Difícil si se tiene en cuenta que Meis y Meaño son de otra cuerda y que Baltar está en Sanxenxo, feudo del PP. Esa es la distancia (política)que desconocían en Barrio Sésamo.

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