En la obsesión por la historia, la arqueología o la etnografía hay un intenso deseo de que el pasado no se pierda para siempre. No se trata de una nostalgia, es más bien el vértigo de que desaparezca como tal pasado y perdamos pie. En el Museo Etnográfico de Grandas de Salime, (uno de los mejores de España), se puede ver una escuela de pueblo de mediados del siglo XX, con un gran crucifijo y una foto de Franco. Pepe el Ferreiro, creador del Museo y muerto hace días, lo recuperaba todo, lo armaba, le daba vida otra vez en el pasado, y así sabíamos más de nosotros mismos, fuera ese pasado el de los padres, los abuelos o los antepasados remotos. Lo contrario de lo que hacía Pepe el Ferreiro es borrar el pasado, o las partes de este que no nos gustarían como presente, mutilarnos, desmemoriarnos. Lo más paradójico es que a veces esto se hace ¡en nombre de la memoria histórica!