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Antonio Touriño

El mirador de Lobeira

Antonio Touriño

Kilómetros de manifestantes

Consejos vendo, que para mi no tengo. La sentencia, del refranero popular, representa claramente lo ocurrido a las puertas del Hospital do Salnés este viernes a las ocho, esa hora de exhalación global en este ya eterno período de confinamiento, cuando ya se ha superado esa cuarentena que cura todo mal.

La protesta es digna de encomio además de necesaria para que las autoridades se esmeren en poner freno de una vez a la sangría de sanitarios contagiados por el SARS-Cov-2 o puñetero coronavirus, para no andar con contemplaciones.

¡Claro que algo tenían que hacer! Una sociedad como la actual no se puede permitir que médicos, enfermeros, auxiliares caigan como moscas durante esta terrorífica pandemia.

Se necesitan mascarillas, guantes, trajes de protección, gorros, geles de limpieza, ozono, máquinas de luz ultravioleta. Lo que haga falta para acabar con ese bicho que Donald Trump exterminaría con cubos de lejía o inyecciones de gel de ducha.

Pero la amenaza no es una broma. Y quienes mejor lo deberían saber son ellos, los sanitarios que este viernes han transmitido a la sociedad una distorsionada imagen de su "aislamiento social" en las fotos y videos que han circulado en las últimas horas por toda la comarca de O Salnés.

Todas las concentraciones tienen un motivo. La de este fin de semana en Vilagarcía fue claro ejemplo de un clamor para que se ponga remedio a una peste que si continúa en progresión vaciará también las plantillas de Sanidad. Y luego, parafraseando a Platón, ¿Quién vigila al vigilante?, o lo que es lo mismo, ¿Quien medica al médico y a los demás?

Su protesta no puede caer en saco roto pero su misión es dar ejemplo de cómo se ha de comportar la sociedad ante un problema de salud pública de estas dimensiones.

La concentración a las puertas de O Salnés es justo el arquetipo de lo que no se puede hacer: Estar hombro con hombro o sujetar una pancarta, aún con mascarilla y guantes de látex, sin guardar los dos metros de distancia que sus colegas recomiendan es distópico si hay que valorar que en el futuro, aunque suene a ciencia ficción, los manifestantes deben ir en fila india y contarse por kilómetros de longitud y nunca apiñarse en apenas unos metros cuadrados. Ciencia=sensatez.

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