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Cincuentenario de 14 parroquias de la ciudad

Justo un año antes la diócesis de Tui-Vigo había recibido el regalo de un nuevo obispo, también de nombre José, pero más joven, pelirrojo, muy cercano y oliendo a la frescura del reciente concilio. Conducía personalmente por las carreteras de la diócesis el Citroën Dyane 6, que sustituyó al Mercedes con banderita episcopal tan propio de épocas anteriores. Alguien ha escrito recientemente que "hay que recordar que la llegada a la diócesis del nuevo obispo, don José Delicado Baeza en 1969, fue -un alucine general diríamos hoy- una gratísima sorpresa, una ilusión colectiva, que luego, al irse tan pronto, a los cinco años, nos supo a espejismo y a bien poco. Se contaban entonces entre los diocesanos numerosas anécdotas de él, como reflejo de que un tiempo nuevo había llegado a la iglesia universal y también a la nuestra: la tal ventana por la que estaba entrando el aire fresco que dijo Juan XXIII al convocar el concilio Vaticano II" .

Y entre las numerosas novedades y reformas que en poco tiempo llevó a cabo el nuevo obispo, especialista en temas de sociología religiosa y uno de los primeros espadas de aquel tiempo en planificación pastoral, está la que se inició el 31 de octubre de 1970 cuando firmó el Decreto por el que se constituían en la ciudad de Vigo 14 nuevas parroquias, remodelando así totalmente el mapa pastoral de la ciudad: 8 las encomendó al clero secular -San Juan de Ávila, Santo Cura de Ars, Sampaio de Lavadores, Santa Teresa de Jesús, Santa Lucía, Nuestra Señora de la Soledad, Nuestra Señora del Rocío, San Pablo-, y 6 las encargó a los religiosos "que convirtieron en templos parroquiales las iglesias en las que esas congregaciones ya atendían al pueblo de Dios en el servicio cultual y en actividades de todo tipo. Se trata de las parroquias de El Carmen de los Carmelitas Descalzos, del Perpetuo Socorro de los Redentoristas, de María Auxiliadora de los Salesianos, de San Francisco Javier de los Jesuitas, de La Madre del Buen Pastor de los Capuchinos y del Corazón de María de los Claretianos".

Todas las parroquias encomendadas a los religiosos así como la de San Juan de Ávila -a la que con el tiempo se le añadiría el patrocinio de Santa Juana de Lestonnac por pertenecer al colegio de la Compañía de María- tenían desde el momento de su erección un templo para poder iniciar inmediatamente las tareas pastorales. Algo semejante sucedió con la parroquia de Nuestra Señora de La Soledad en O Castro, a la que se le asignó como templo parroquial el inacabado en su interior que había donado a la diócesis "el Señor Patriarca", Mons. Leopoldo Eijo Garay. De este modo los sacerdotes de las 6 parroquias restantes encomendadas al clero secular hubieron de afrontar la difícil misión -¡fue toda una histórica aventura!- de procurar "hacer parroquia", sin la facilidad de contar previamente con un templo parroquial. Aquellos pioneros, casi todos fallecidos, con algunos de sus feligreses contemporáneos, conocieron de cerca las dificultades, los sinsabores y también las emocionantes satisfacciones que conlleva iniciar el camino de construir una parroquia, a partir de amasar la nada material con la confianza en Dios. ¡Benditos sean!

Han pasado 50 años y las circunstancias sociales y pastorales de ahora son distintas a las de aquella época. Quizá incluso totalmente opuestas. Pero ya el Obispo del Dianne 6, que erigió las 14 parroquias que ahora estamos de Bodas de Oro, nos advertía y habrá que tenerlo en cuenta para el futuro, de que "una de las causas que más influyen en la descristianización", es no haber sabido dar una respuesta pastoral adecuada a las transformaciones que nos va presentando la historia. Quiera Dios que las celebraciones del 50 aniversario sean impulso de comunidades misioneras "en salida", como dice el papa Francisco, y de mucho rejuvenecimiento y mayor compromiso laical.

*Sacerdote y periodista

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