El viernes 9 de agosto asistí, junto a numeroso público, a una conferencia sobre "transhumanismo" dada por Ángel Guerra Sierra, presidente de la asociación gallega de bioética.

Se planteó la realidad de los robots y dijo que pasó de ser un experimento hace unos años a una producción masiva que sustituiría a una mano de obra en la industria y en los servicios.

Pero eso parece una buena noticia porque consigue que el hombre de los países avanzados pase de trabajar cinco días a trabajar dos o tres.

Yo recuerdo en mi juventud que en el campo,en la industria y en los servicios se trabajaban seis días completos, incluido el sábado.Con los avances técnicos llegamos a trabajar cinco días.

En aquel momento se produjo una gran preocupación por el paro consiguiente, pero la propia naturaleza humana se encargó de resolverlo. Las necesidades del ser humano son casi infinitas, apareció la palabra "ocio" que era casi desconocida en la década de los cincuenta del siglo pasado. Se disparó el turismo y la gastronomía que colocó a muchísima gente.

Muchos productos, como los textiles, salían caros y los europeos y americanos montaron empresas en el tercer mundo, dando trabajo a países en que el paro real llegaba al setenta por ciento.

Todos felices, los países subdesarrollados tenían trabajo y los países ricos tenían muchos productos a precios baratos.

Con la obtención inicial de robots y la inteligencia artificial conseguimos hacer muchos productos ,que se hacían en países subdesarrollados, en nuestros propios países. Los países pobres en baja tecnología son incapaces de producir estos robots.

Yo auguro una gran tragedia mundial: volver a la esclavitud que habíamos abandonado hace muchos años.

Los países pobres ya no serán proveedores de productos manufacturados, ya que estos serán hechos por los robots. Faltará trabajo en estos países y volverán a la miseria.

Las clases medias de los países avanzados que no pueden tener servicio doméstico, porque están a precios prohibitivos, tendrán servicio, a precios muy bajos, procedente de países subdesarrollados que se morirán de hambre en sus propios países.

Hay que evitar esta tragedia, yo no soy muy optimista. Nuestros países, sobre todo Europa, ha perdido el sentido transcendente de la vida y nos hace más egoístas e insolidarios.

Yo veo que hay una única solución: que los que somos creyentes, que cada día somos menos, seamos más solidarios y que Dios encuentre en la Tierra gente justa, sea ya en los creyentes como en los no creyentes y que nos ilumine y nos dé una solución ,que al día de hoy parece muy lejana... ánimo y adelante.

*Miembro Club 55