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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La plantación

Envueltos, y afectados por una tormenta post/electoral, en una larga procesión que quizá acabe con la paciencia colectiva, resulta útil recordar que no solo de votos viven las gentes de este país, sino de cuanto merezca atención por sus posibles efectos. Que sean positivos o negativos, como podría decir cualquiera aquí, depende; sobre todo si se mira con cristales diferentes. Que es precisamente lo que ocurre cuando las disputas no se solucionan con elementos concretos y hasta palpables, sino desde la óptica que aporta el estudio de los asuntos y el análisis de las salidas que los expertos aconsejan. Variadas, desde luego., porque hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad.

De lo que se trata en realidad es de insistir en lo vacías -sobre todo después de las elecciones- de contenido que parecen las propuestas de partidos y candidatos y que por ser como son, actúan a modo de los bálsamos de curanderos que se ofrecen para remediarlo todo y no sirven para mal alguno. Y el penúltimo -porque nunca se puede afirmar que hayan terminado del todo- deriva de la noticia de FARO de VIGO sobre la pretensión portuguesa de adquirir miles de hectáreas de monte gallego para plantar eucaliptos. Algo que ya se había advertido, pero como si nada.

No se pretende, por supuesto, criticar antes de tiempo ni escoger el momento para poner en un brete a alguien. Y en ese sentido debe hacerse constar que menos aún se busca crear desconfianza en quienes tienen capacidad y autoridad para explicar la cuestión y fijar la postura del Gobierno gallego. Sobre todo cuando, aquí, diferentes organizaciones han solicitado una moratoria acerca de la plantación de esos árboles -los eucaliptos- polémicos casi por definición. Por eso la prudencia aconseja no bajar la guardia, y menos en asuntos que provocan ampollas.

Parece obvio que esto de los eucaliptos, y por tanto de la posible oferta portuguesa, es uno de esos -asuntos-, tiene mala pinta y peor prensa. Con razón o sin ella, y los especialistas no acaban de ponerse de acuerdo en eso, se trata de una especie que tiene fama de causar alguna riqueza para hoy a quienes venden su madera, pero abundante pobreza forestal a medio y largo plazo si se entrega el futuro a su masiva plantación. Y alguna solución, que es utilizarlo en la industria, tiene la inquina del BNG, que gobierna en Pontevedra, y del PSOE que lo hace en España. Y a eso se le llama en muchos sitios menos aquí, un dilema.

Quienes sí lo tienen claro son los miles de personas que marcharon por las calles de la capital del Lérez para exigir el mantenimiento de ENCE -cuestión, por cierto, ahora en sospechoso silencio- y el fomento del empleo en vez de tomar decisiones según sople el viento electoral, que es lo que defienden a ultranza una parte de la izquierda gallega y sus jefes externos. Ocurre que quienes debieran plantear alternativas pensando en la economía prefieren mirar para otra parte, carentes de coraje y hasta de instinto político al no atreverse a definir su actitud "por si acaso". Y quizá por eso se ve tan fea la perspectiva.

¿No?

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