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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las iniciativas

Hay veces, al decir de algunos expertos, en las que insistir en lo obvio puede resultar aburrido e incluso, de cuando en cuando, un tanto raro. De forma especial si esa reiteración se refiere a algo que tienen en común, o se prevé que puedan llegar a tenerlo, el referente y el referido en asuntos que son de interés general pero que pueden generar cierta competencia en el mercado. Es el caso -en opinión de quien escribe- de la posición de los rectores de Santiago, Vigo y A Coruña acerca de la más que posible apertura de la primera universidad privada de Galicia, que se haría a cargo inicial de la Fundación Abanca, como informa FARO.

Conste que este punto de vista personal no pretende faltar al respeto ni menos aún levantar sospechas o abrir un juicio de intenciones acerca de las que puedan tener esas autoridades académicas. Es más: vistas sus iniciativas en otros terrenos, nadie debería dudar de que su interés por esa institución privada sea otro que el general por la calidad de la enseñanza superior y la capacidad de mejorarla que puede aportar la idea de abrir campus de esa condición diferente a la pública en Vigo, A Coruña y Pontevedra. Para competir, quizá, pero sin duda en buena lid con lo público, que en ningún caso será marginado u olvidado.

A partir pues de esas premisas, se aludía a lo obvio porque en la serie de reclamaciones, e incluso de exigencias, que en coherencia con la normativa y desde luego su obligación plantean los rectores, hay algunas que lo parecen. Verbigratia cuando señalan la imprescindible formación del profesorado de la nueva institución, la idoneidad de sus programas, las dotaciones de sus dependencias de todo tipo, etcétera. Y eso, que no extraña, sí suena raro cuando plantean condiciones que los centros públicos no cumplen o que alguna universidad existente ya tiene o reclama, como la duplicidad de ciertas titulaciones o la proporción de doctores en el conjunto de la docencia en facultades o Escuelas.

(Hay otro aspecto que -y en esto es obligado insistir en que se trata de una mera sensación deducida de algunos planteamientos rectorales- que acaso convenga subrayar. La reiteración en la obviedad, e incluso de condiciones que en las universidades públicas no son tan estrictas, podría ser interpretada como hostilidad a la iniciativa, acaso por endogamia o por incomodidad a la idea de una competencia -que no parece justificada- de quienes hasta ahora han sido en Galicia los referentes únicos de la enseñanza superior. Es solo una hipótesis, quizá -y ojalá- injusta, pero que seguramente procede reseñar.)

Sea como fuere, y siempre desde la óptica particular, hay que insistir en que cuanto se reclama es razonable y que, en definitiva, ha lugar. Especialmente cuando no se cuestiona la compatibilidad entre la universidad pública y la privada, ni tampoco la utilidad que para la sociedad gallega y sus intereses puede suponer que Abanca asuma la responsabilidad -también financiera- de poner en marcha ese proyecto. Que, por cierto, de algún modo tiene su raíz en la magnífica Escuela de Negocios creada en la época del señor Fernández Gayoso. Es probable que surja quien discuta la idea, y estará en su derecho, pero no, seguramente, en la lógica.

¿Eh??

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