Una de las ausencias, al menos en términos comparativos con ocasiones anteriores, que más destacaban en la Galicia postelectoral era la de los extrapoladores. O sea, toda una legión de analistas y/o de practicantes de las cábalas no se sabe muy bien si por afición o por algún tipo de servicio político concreto. Lo cierto es que esa ausencia extrañaba un poco, aunque algunos observadores la achacaban a lo volátil de los pronósticos, sobre todo si se elaboran desde los datos -aún en caliente- de las urnas, y ya ni se diga de las encuestas posteriores, incluida la del CIS. Pero ahora, y ante la evidencia, ya no hay que hablar tanto de ausencia como de retraso; lo que está por ver es lo que esa demora puede significar de bueno. O acaso de malo.

Lo que resulta novedad, aunque también relativa, es que los que se dedican al oficio de la política hayan decidido, o al menos eso parece, anticipar la próxima campaña electoral -que en teoría ha de corresponder aquí a las autonómicas- cuando todavía falta año y medio. Una precipitación que, al menos desde el punto de vista de quien lo expone, convierte los pronósticos en casi profecías, y ya se sabe lo que dice el antiguo proverbio acerca de los profetas en su propia tierra y el más bien escaso acierto que cabe esperar de los anuncios que puedan hacer.

(Conste que el aviso del refranero no parece hacer mella, si bien por motivos distintos, en algunos referentes de los partidos gallegos. Ni en el titular de la Xunta y del PPdeG, don Alberto Núñez, confiado en que lo que aún falta para el otoño del año que viene es tiempo bastante para recuperar el voto perdido. Ni tampoco para el secretario xeral del llamado PSdeG-PSOE, que desde hace dos meses orienta sus intervenciones en la hipótesis de que la "era Feijóo" ha terminado y a partir de esos comicios se iniciará la suya. Por más que su candidatura, aunque oficial, no pase de ser todavía presunta.

Pero no solo en las dos grandes formaciones aparece la tentación preelectoral. La Portavoz Nacional -y parlamentaria- del BNG hizo una alusión en el último pleno al que ve "problemático" futuro del presidente, si bien el suyo también se dibuja complicado. Y en cuanto a los demás, seguramente prefieran no pensarlo, porque nadie en EM parece en condiciones no ya de hacer vaticinios de futuro lejano, sino sin tener seguridad siquiera de que lo habrá próximo para ellos tal como están. Y más cuando apenas existen indicios leves de corrección de errores).

En todo caso, y siempre desde la opinión personal, existen todavía un par de dudas mayores para la credibilidad de esos "profetas". Una, la de si la sociedad de Galicia estaría en condiciones de soportar, después del atracón reciente, otra campaña desde ya, y menos aún en el caso de que resulte tan tópica y carente de atractivo como las anteriores. Y la segunda -duda- afectaría a la capacidad de resistencia del país y de sus administraciones en aquel supuesto, conociéndose como se conoce que una de las características propias de las vísperas electorales es la relativa parálisis del aparato público. Al que la duda de quién mandará en el futuro provoca cierta parálisis.

¿No...?