España tiene un problema serio con su déficit público. Si me perdonan la metáfora, España tiene el colesterol disparado. Cerca de 400. Y predomina el malo. Lo que necesitamos es bajarlo a la mitad; algo que requiere mucho más ejercicio y un cambio radical en la dieta. No es posible seguir comiendo sin control y acumular grasas en nuestro sistema circulatorio.
Buena parte de nuestros responsables políticos viven en un universo paralelo. En sus promesas electorales y su praxis política dominan claramente las bajadas de impuestos o los incrementos de gasto público. Aunque en honor a la verdad es cierto que los votantes les impulsamos a ello. Queremos pensiones más altas, más protección a diferentes colectivos, más infraestructuras, mayor gasto público en sanidad? pero también que eliminen el impuesto sobre sucesiones, que se rebaje el IVA a más productos, que recorten el IRPF? Y no puede ser.
La responsabilidad fiscal no es patrimonio de la izquierda o la derecha. Se puede ser defensor de un Estado del Bienestar fuerte y bien dotado financieramente al tiempo que se es un adalid de la consolidación fiscal; y lo contrario: un liberal irresponsable. No es una cuestión de ideologías. Es un asunto de seriedad y rigor.
Desafortunadamente, la propuesta de evaluar la coherencia presupuestaria de los programas electorales que hizo hace dos años la Fundación Transforma España no ha calado todavía y nos aproximamos a una nueva cita electoral que, si nadie lo remedia, acabará siendo un nuevo freno a la necesaria consolidación fiscal. Estamos equivocándonos colectivamente. Y lo acabaremos pagando.
*Director del Foro Económico de Galicia