Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ánxel Vence.

Crónicas galantes

Ánxel Vence

Vuelve el bipartidismo (al fútbol)

Barça y Madrid se van a enfrentar un montón de veces en las próximas semanas, de lo que pudiera deducirse que el fútbol es cosa de dos en este país. Parecía que el bipartidismo imperante en la Liga daba señales de debilidad esta temporada, pero qué va. A diferencia de lo que ocurre en el Parlamento, fragmentado en cuatro clubes, los dos de siempre se disputan como de costumbre la Copa y la Liga en una singular acumulación de clásicos.

Metáfora de la vida o al menos de la política, el fútbol solo toleró que se rompiese ese duopolio de las dos grandes capitales coincidiendo más o menos con el nacimiento del Estado de las autonomías. Allá a comienzos de la década de los ochenta, la Real Sociedad ganó dos Ligas consecutivas y el Athletic Club otras tantas. A ellos se sumaría, ya en el primer año de este nuevo milenio, un candidato todavía más improbable, como sin duda sería hoy el Deportivo. El éxito liguero -y copero- de un club de la periferia menos rica del país hizo pensar entonces que el fútbol se había democratizado tras tantos años de bipartidismo.

Las aguas no tardarían en volver a su cauce habitual. Desde que comenzó el nuevo siglo, tan solo el Valencia y el Atlético de Madrid consiguieron romper la habitual alternancia de merengues y azulgranas en lo alto del podio.

El desequilibrado reparto del dinero de la tele -que es la que más ordena- convirtió a la Liga en un torneo crudamente bipartidista del todo comparable a la situación que se vivía en el Congreso. Si el PP y el PSOE se turnaban en el campeonato de votos, otro tanto ocurría con el Madrid y el Barça en las elecciones del césped.

Los goles y los puntos, que vienen a ser el equivalente de las papeletas en el fútbol, se están distribuyendo de modo mucho más repartido esta temporada. Sería exagerado, no obstante, pensar que la Liga se ha hecho multipartidista, como el Congreso. El Barça sigue dominando la competición y, tras unos titubeos iniciales, el Madrid es su principal antagonista.

Sorprendentemente, el bipartidismo en el fútbol se mantiene, pese al más equilibrado reparto de papeles que propició la primera parte de la temporada. No debiera ocurrir así, dado que el balompié es la continuación de la política por medios algo menos cruentos. Aunque esto último no fuese exactamente lo que dijo Von Clausewitz.

Al igual que la política, en efecto, el fútbol requiere de estrategias y tácticas; de presidentes y entrenadores que ejercen de mariscales de campo. Las zancadillas y el juego sucio que a menudo caracterizan a la actividad pública no son sino el exacto equivalente de las patadas subterráneas con las que los jugadores se combaten durante el partido. E incluso la corrupción tendría un paralelismo en la curiosa expresión "robo de balón" o la aún más explícita: "Le ha robado la cartera" que utilizan con desenfado los comentaristas de cualquier encuentro.

Hasta la polémica del independentismo en Cataluña pudiera ser un trasunto de la habitual rivalidad entre el Barça (que es más que un club) y el Madrid. A fin de cuentas, la Liga es el cemento que une a los españoles, más allá de las peculiaridades autonómicas. Con razón decía Bill Shankly, legendario entrenador del Liverpool, que "algunos se toman el fútbol como un asunto de vida o muerte; pero es algo mucho más importante que eso". Y aburre menos que la política.

stylename="070_TXT_inf_01"> anxelvence@gmail.com

Compartir el artículo

stats