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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La compañía

A estas alturas, visto cuanto está ocurriendo en la izquierda gallega, ha de tomarse como una advertencia seria lo que dijo la portavoz nacional del BNG no sólo sobre la pintoresca propuesta del señor Beiras de que se agrupasen todos tras Otegi en una lista europea, sino para que se abstuviesen de volver, o de intentar el ingreso, quienes "no aportarían más que líos". Y se habla de seriedad no sólo porque es la que caracteriza a la señora Pontón -se esté o no de acuerdo con ella- sino porque también, y de paso, es lo que va necesitando la actual oposición al PPdeG.

Algunos observadores han insinuado que lo que de verdad mueve al Bloque y a su lideresa es el deseo de no compartir la asociación que ya tiene con Bildu para salvar en lo posible el perjuicio que el distrito único en que se eligen los eurodiputados supone para el nacionalismo gallego. Pero esa sospecha no parece muy fundada, entre otros motivos porque, aquí, la compañía de Otegi no parece precisamente un activo; si el Bloque va con ella, además de por afinidad política -que, en opinión de quien escribe, no por complicidad o simpatía con hechos pasados- por la mayor posibilidad de colocar a uno de los suyos en Estrasburgo.

Lo que parece ya algo más dudoso -dicho desde el respeto a lo que cada cual haga en ámbito propio- es que el Bloque argumente que su acuerdo con Bildu y ERC resulta útil para que "Galicia tenga voz" en el Parlamento europeo. Es verdad que en el inmediato pasado la ha tenido a tiempo parcial a través de Ana Miranda, pero esa dedicación por turno es lo más a lo que puede aspirar el BNG en esa lista y no parece bastante para lo que se necesita. Y la compañía no es la más recomendable en una Unión en crisis por causa de nacionalismos y populismos.

Desde el punto de vista de quien esto escribe, hay un llamativo contraste entre lo que defienden, con matices pero en común, el BNG por una parte y sus socios catalanes y vascos. Estos, con un respaldo electoral notable, no dudan en plantear de facto la autodeterminación y la independencia alegando precisamente sus apoyos. El nacionalismo gallego, cuyo índice de respaldo electoral es mucho más reducido, no pasa por ahora de las proclamas teóricas: quizá lo que busca es aumentar su peso aquí aprovechando el rebufo de sus colegas allí. Pero con esos enunciados, y en un entorno político y social como el gallego, es poco probable que logre lo que pretende.

Eso, desde luego, se verá cuando toque pero -e insistiendo en el respeto al derecho de cada cual a explicar sus objetivos, aunque no se compartan- existe otra objeción a ese esquema: el papel gallego en la alianza sería secundario, bastante por debajo de los otros dos y por tanto la posibilidad de un eurodiputado es más lejana, aún a tiempo parcial, que la última vez. Y tendría, probablemente, la dirección del Bloque que reflexionar acerca de si la obtención de "casi" un acta significaría, con esos aliados, la posibilidad de perder alguna, más adelante, en Santiago o en Madrid.

¿Eh??

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