En un arrebato de euforia tras haber sido proclamado candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno en 2011, don Alfredo Pérez Rubalcaba le gritó a sus electores: "¡Compañeros, el PSOE ha vuelto!" . En realidad, el PSOE no se había ido a ninguna parte de la que no pudiera regresar (terminaba la segunda legislatura de Zapatero). Y el señor Pérez Rubalcaba tampoco estaba en paradero desconocido porque había sido ministro de Educación y de Presidencia con Felipe González y vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior con Rodríguez Zapatero.
Son esas cosas que se dicen para enardecer al auditorio y que no comprometen a nada porque están lanzadas con medida ambigüedad. Y lo mejor de todo es que valen para todos los partidos. ¿Cuántos cambios nos prometieron los políticos desde aquel famoso eslogan de 1982 que era una alegre sucesión de ventanas abiertas de par en par a una eterna primavera? No llevo la cuenta, pero no fueron pocas.
Ahora, la frase acuñada por Rubalcaba la hemos vuelto a oír en boca del nuevo presidente del PP en la clausura de la convención anual de su partido. Según el señor Casado, "el PP ha vuelto más fuerte que nunca", entre otras cosas porque este es el "PP fuerte y sin complejos", el "PP verdadero", porque el PP de Rajoy era, al parecer de la nueva dirigencia, un PP falso y mezquino, un PP cobardón que no se atrevía a tomar las medidas que España necesitaba. O al menos eso cabe deducir a "contrario sensu" de los discursos de clausura. Ahora bien, ¿cómo podremos saber cuál es el verdadero PP? ¿El que refundó don Manuel Fraga para romper aquel techo que no le dejaba asomar la cabeza? ¿El que presidió don José María Aznar después de reconocer que hablaba catalán en la intimidad? ¿El de los papeles de Bárcenas? ¿El de las grabaciones de Villarejo? ¿El de los escándalos de Valencia? ¿El de los oscuros manejos financieros de Rodrigo Rato?...
Todos esos PP son tan verdaderos como el que ahora proclama el señor Casado, pero como los partidos solo tienen memoria para los defectos de sus competidores es de prever que en un ejercicio de prestidigitación mediática muy pronto habrán desaparecido de la vista del público. Todos, o casi todos, en la medida que el lento, pero inexorable, ritmo procesal de los juzgados no los devuelva al primer plano de los telediarios.
Con el PP verdadero pasa lo mismo que con el amor verdadero de la copla de Manolo Escobar. Aquella que dice así: "Yo le canto a lo sincero/ yo le canto a lo sencillo/ al que siente como un niño/al cariño verdadero/y por verdadero entiendo/ todo lo que yo te quiero".
El escritor y periodista Manuel Vázquez Montalbán, ya fallecido, solía decir que casi todo lo que acontece en este país se expresa mejor en coplas. Con las palabras justas y a ser posible con acompañamiento de guitarra. Y nadie duda de que el periodista catalán tenía razón. La copla suele ser de un subjetivismo feroz, pero como se dice con mucho sentimiento tal parece que el que la canta tiene toda la razón. Llamese Manolo Escobar o Pablo Casado.
