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El paso de Podemos

La legislatura hace agua con todas las instituciones en crisis

El ambiente que se respira en el país es electoral, los partidos se preparan para la cita, la mayoría de los ciudadanos está de acuerdo con la convocatoria y salta a la vista que el Gobierno no tiene una dirección política clara y coherente

La crisis política de España continúa y se expande. Ya no hay institución que salga indemne. La legislatura hace aguas. Los partidos que apoyaron la moción de censura no pueden disimular las dificultades para seguir adelante. Las relaciones entre ellos están en una situación límite. Mantienen cierta ambigüedad calculada en su trato, pero el espacio que destinan a la colaboración es cada vez más reducido. La coalición parlamentaria que dio origen a este gobierno, que en realidad solo ha tenido carácter formal y público entre los dos partidos de la izquierda, es más necesaria que nunca para sus componentes y, sin embargo, está rota de hecho.

En sus últimas intervenciones públicas, Pablo Iglesias ha empleado un tono pesimista para describir el panorama. No ve posible un acuerdo presupuestario, advierte al Ejecutivo que no ve posible gobernar a golpe de decretos y, en consecuencia, no descarta la inminente convocatoria de elecciones. Tanto es así que ha reunido al Consejo Ciudadano de Podemos para abrir el proceso de primarias en su partido. El gesto puede ser interpretado como una especie de ultimátum al Gobierno, escenificado con la intención de obligarle a una negociación a tumba abierta con los independentistas, o como una señal de que la formación morada, cansada de intermediar sin resultado alguno, da por consumidas todas las posibilidades de este Ejecutivo y se propone recomponer el pacto con los socialistas en otros términos después de nuevos comicios. Es preciso recordar que Pablo Iglesias siempre ha considerado un gran error de Pedro Sánchez la formación de un gobierno monocolor del PSOE, al que le ha augurado toda suerte de sufrimientos por el tamaño diminuto de la minoría parlamentaria socialista.

Con esta actuación, el líder de Podemos pretende una vez más marcarle el paso al Gobierno sea en una dirección u otra, apurando las opciones de diálogo bajo la amenaza, en otro caso, de tener que someterse al veredicto de las urnas. Por su parte, Pedro Sánchez juega alegremente con el adelanto electoral, acercándolo o distanciándolo según la ocasión. Pero sus palabras desde Cuba son un canto de cisne. En las circunstancias actuales, es difícil cerrar la puerta del anticipo electoral, una vez que se ha abierto. El ambiente que se respira en el país es electoral, los partidos se preparan para la cita, la mayoría de los ciudadanos está de acuerdo con la convocatoria y salta a la vista que el Gobierno no tiene una dirección política clara y coherente. Si no fuera porque la agenda electoral está algo ocupada, el rumor de unas próximas elecciones sería probablemente mucho más intenso.

Lo que hemos visto esta semana, sobre todo el movimiento de Podemos, que es el que mejor delata la angostura política en la que se mueve Pedro Sánchez, invita a una reflexión retrospectiva, cada día más necesaria en el interior del PSOE, acerca de la moción de censura que facilitó su acceso al gobierno. Pablo Iglesias, bien informado por sus contactos con nacionalistas y socialistas, ha confesado ante los dirigentes de su partido que la causa de que no se haya logrado un acuerdo presupuestario ha sido la cuestión catalana. No olvidemos que esta era la prioridad del Gobierno. Los independentistas catalanes ofrecieron primero su apoyo incondicional, a cambio de nada, a la moción de censura. En el debate de la moción modularon el discurso y se mostraron ya más distantes. Y ahora se niegan a votar las cuentas del Estado mientras no sean atendidas sus demandas relativas a la situación judicial de los presos y al ejercicio del derecho de autodeterminación que proclaman. En una larguísima conversación de Enric Juliana con Pablo Iglesias, recién publicada, el periodista catalán afirma que el PSOE se precipitó a presentar la moción sin haber pensado detenidamente la operación, por la emergencia en la que se encontraba la dirección del partido. Y Pablo Iglesias asiente, añadiendo que los dirigentes socialistas, cuando presentaron la moción, no estaban seguros de ganarla, ni muchísimo menos.

Estas revelaciones explican la trayectoria sinuosa del Gobierno de Pedro Sánchez. De ellas y de otros hechos conocidos se extrae la conclusión de que Podemos y los soberanistas catalanes y vascos comparten en la actualidad, junto con el PSOE, la mayor responsabilidad en la crisis política. La aplicación del artículo 155 rubricó el fracaso, todo lo temporal que se quiera, del llamado procés. No obstante, los independentistas catalanes no dejan de azuzar la crisis. El primer objetivo de Podemos es gobernar y por eso tiende a hacer política en las instituciones, aunque al margen del consenso constitucional. El PSOE debe resolver las contradicciones que atenazan a Pedro Sánchez y lo desorientan. Puede tomar el callejón sin salida que le señalan los nacionalistas catalanes y hundirse, o ceñirse a la política basada en los hábitos democráticos y las reformas. Esto último pasa por "borrar" la moción de censura, convocar elecciones y tomar posiciones de nuevo. Bastaría con que recibiera el mensaje de Pablo Iglesias de esta semana como un serio aviso.

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