Un día de estos, y aún a costa de que se tome como ejemplo de acritud, alguien habría de preguntar a los actuantes en el oficio público qué es lo que quieren decir exactamente cuando piden "perdón" por alguna cosa que se supone mal hecha. Porque lo que expresan no tiene el sentido clásico de aliviar su pena o su conciencia: las más de las veces no fue, el que lo solicita, autor directo del mal causado. Y menos aún el religioso, porque para obtener la absolución habría de unirse, a la petición, el propósito de la enmienda y, francamente. eso apenas se concreta.

Viene a cuento, el introito, del nuevo episodio en el que un dirigente político, el actual ministro de Fomento, ejerce como responsable genérico solicitando la gracia a las víctimas -heridos y familiares que representan a los fallecidos- de la tragedia de Angrois. Y que tiene, la loable conducta del señor Ábalos, otro elemento sui generis: en el caso de que hubiera responsabilidades penales de alguien más que el conductor, el ministro no las asumniría personalmente. Si acaso, y dado el tempus judicial, lo haría quien le suceda en el futuro. No es el perdón, pero alivia.

Hay otra reflexión que hacer. El titular de Fomento, que ha hecho seguramente lo que su conciencia le ha dictado al reunirse con los representantes de un colectivo que ha removido hasta las estructuras europeas en un magnífico ejemplo de coraje y determinación, ha sentado en cierto modo un precedente. Y es que al pedir perdón parece aceptar que la catásfrofe fue algo más que un accidente. Y ése es el primer logro tangible de la lucha de los afectados: pasar de las suposiciones a la probabilidad, porque no se pide perdón por un accidente imprevisible.

La postura del señor Ábalos, que algunos tendrán solo por un mero gesto en la línea del Gobierno del que forma parte, tiene un valor añadido y debe, a la vez, reforzar su contenido de prudencia. Lo primero porque al asumir el informe de la UE, abre el camino para una investigación más a fondo, y así se sabrá, quizá, por qué el PSOE tardó tanto en sumarse a los afectados y si la pesquisa llegará hasta la época de los señores Zapatero y Blanco. Que fue cuando se cambiaron las condiciones del tramo, un dato que mantiene todavía sus causas y efectos en la penumbra.

La segunda de las reflexiones -la primera no contiene manía persecutoria alguna: solo busca eliminar la incógnita de por qué hubo afectados que en su día pidieron a Ferraz que se retirara al exministro de Fomento de su candidatura europea- se refería a la prudencia. Un elemento necesario para no olvidar la presunción de inocencia y por tanto para matizar la referencia del actual titular del Ministerio a posibles ceses. De momento,y con este Gobierno, se produjo en las últimas horas una dimisión, la del director de Seguridad de Renfe. Que quizá conecte con la destitución, durante la Presidencia del señor Rajoy, de otro alto cargo en las infraestructuras ferroviarias, por cierto nunca bien explicada. Y urge pasar de las palabras a los hechos y de las peticiones a las investigaciones, en serio y hasta el final. Y después, informar a las víctimas y a un país entero.Lo que procede ahora es investigar e informar. Lo exigen las víctimas, sus familias y un país entero.

¿O no?