A estas horas parece probable que no falten quienes, en Galicia, se preguntan el motivo por el que sectores claves en la economía de este antiguo Reino van a ser directamente dañados por el afán recaudatorio del Gobierno central. Y es que el aumento de impuestos que se anuncia para el gasoil afectará a la pesca, el transporte y la agricultura, además de a buen número de autónomos. Y a casi toda la población: ese tipo de combustible -muy utilizado también en las calefacciones- lleva años con precios superiores a la media estatal sin un remedio eficaz.

La excusa, porque eso es y no otra cosa, empleada por la "claque" -nutrida, como ocurre con casi todos los gobiernos- que se gana la vida jaleando a quien le paga, es la defensa del medio ambiente, de esas que gustan a la clase de "progres" que defienden más a la fauna y la flora que a los seres humanos y que tanto adulan a Zapatero y Sánchez. Además de otros que acampan en la misma orilla: no se ha oído a los sindicatos agrarios, ni al resto, una protestas ni exigencia de explicación; se diría que solo exhiben músculo cuando alguien amenaza su financiación.

(Claro que resultaría cierta una réplica recordando que a veces es mejor permanecer callado que decir según qué cosas. Por ejemplo, algunas en las que insiste el secretario xeral del PSdeG -y conste que produce a grima la insistencia de don Gonzalo en motivos de crítica, y no son gajes del oficio- cada vez que habla. Porque reitera que lo del IVA es culpa de Rajoy y ahora insinúa que también el impuesto extra del gasoil; parece uno de aquellos títeres que tanto empleaban los antiguos dirigentes "socialistas", dentro y fuera, para cantar sus alabanzas. Y es una pena, porque este país necesita gente que piense en él antes que en un Partido).

Con las cosas como están, y no es preciso confeccionar una lista de las cuestiones de solución inaplazable que Galicia reclama -y que llevan lustros sin abordarse, sustituido el remedio por una serie de parches que ya no sirven ni para ir tirando-, parece obligado insistir en que se precisa una reacción "de país". Y también en el escepticismo de que llegue a producirse, pero sin renunciar a la esperanza de que surja alguna vez. Cierto que no hay indicios de que sea pronto, y de ahí la urgencia de que aparezcan y se termine el sectarismo. De izquierda y de derecha.

En esa línea, no estorbará otra reflexión. La que se refiere al estupor que produce aquí la actitud de las fuerzas políticas de la oposición. Sobre todo las que insisten en que su compromiso es, en primer lugar -y alguna hay que afirma que "solo" con este antiguo Reino-, con Galicia y que ahora parecen penitentes de la procesión de los caladiños. Es verdad que puede ser producto de tácticas y estrategias, pero sus responsables deberían reflexionar acerca de la posibilidad de que a la hora de la verdad solo apoyen esa postura sus "hooligans", y esos no ganan elecciones. Es más: de cuando en cuando contribuyen a perderlas.

¿O no...?