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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las incógnitas

Una de las incógnitas más interesantes de las que se presentan para Galicia en el inmediato futuro es -otra vez- la relacionada con la financiación. Pero no ya solo en lo que se refiere al reparto autonómico, sino al presupuestario de este año, aprobado por el Gobierno anterior y "reajustado" por el actual después de que su presidente anunciase que se quedaría como estaba. Casi nadie lo creyó, pero algunos esperaban que al menos en eso, donde no tendría responsabilidad política, mantendría su palabra. Una ilusión vana, sobre todo a la vista de los precedentes.

(Lo curioso de buena parte de ello es que el señor Sánchez no hace el menor esfuerzo por disimular sus planes, y que el atropello a los "compromisos" adquiridos en el debate de la moción que lo llevó al poder -que fueron pocos, pero algunos hubo- no recibe una sola crítica, ni de la oposición ni apenas un reproche de sus, más que aliados, socios. Y eso que su objetivo es claro y supone para los adversarios hambre para lo que queda de legislatura y para el resto, raciones diarias -y desiguales- de pan hasta que el presidente decida convocar elecciones generales. Luego, se verá.

Los propósitos de su señoría don Pedro son cristalinos y desde luego perjudiciales no solo para sus rivales -porque le favorecen solo a él-, sino incluso para varios de sus teóricos correligionarios. El primero es aplazar la reforma de la financiación autonómica para, mientras, articular los envíos de fondos a quien más conviene para sus fines sin que se le impute la ruptura formal del sistema. El segundo, manejar los Presupuestos de Rajoy de una forma torticera y populista, usando la regadera monetaria para, sin resolver nada, paliar las necesidades de sectores cuyos votos le conviene recuperar o mantener. ¿Y lo común? "Ya habrá tiempo").

Frente a esa estrategia, que no por evidente es torpe, habrá que esperar a ver cómo se articula una oposición que para ser eficaz tendrá que sumar apoyos del propio PSOE y en ningún caso, por ello, deberá considerarse permanente. O sea, algo necesitado de un tejedor de filigranas propias del encaje más complejo de cuantos salen de los telares de Camariñas. Entre otras cosas porque los protestantes del socialismo no son muy valientes a la hora de pasar de las palabras -e incluso las alianzas- a los hechos. Y precisamente por eso pactar con ellos como plantea el presidente Feijóo puede ser, al final, solo un brindis al sol.

No obstante, y como en situaciones como la actual, con reclamaciones justas y oportunas, aceptarlas -al menos en parte- resultaría quizá políticamente útil para quien tiene la última palabra, es posible que se vean reconocidas. Pero aun así, queda otra incógnita: saber si la ministra de Hacienda reconsidera en serio sus proyectos o solo decide retoques cosméticos. Y eso, que es de suponer merecerá la máxima atención del señor Feijóo en su reunión prevista para hoy, no es lo que necesitan Galicia ni Asturias ni otras cinco autonomías. Ni otras que callan y esperan, seguramente por miedo. O por si acaso.

¿Eh...?

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