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Personas, casos y cosas de ayer y de hoy

Más libros dedicados de autores gallegos

"A don Escolástico de la Parra, quien es ciego de nacimiento y tiene ojos en el alma, tan atrayentes como los de Santa Lucía. Su agradecido amigo, El autor". Esta es la dedicatoria autógrafa que Idelfonso Vargas López (Begíjar, Jaén, 1870-1947), estampó sobre un ejemplar de su novela Los sobrinos del beneficiado (Jaén: Imprenta de El Pueblo Católico; 1924). La novela había sido editada previamente, como folletón, en dos publicaciones periódicas acreditadas -una en Madrid, otra en Jaén-, y lo fue de nuevo en este tomo único con prólogo de Francisco de Paula Ureña Navas (Torredonjimeno, Jaén, 1871-1936). La obra, escrita con estilo sencillo y llano, tiene carácter realista y está inspirada en las costumbres y tipos giennenses. Ildefonso Vargas había sido ordenado sacerdote a los 24 años de edad, ministerio que ejerció en varias parroquias para terminar haciéndolo en su pueblo natal, Begíjar. Tuvo una gran vocación periodística y literaria. Entre otros periódicos, fue colaborador de dos de Jaén: El Pueblo Católico y la Regeneración. Escribió notables obras costumbristas entre las que está la novela aquí citada. Una calle de su villa natal lleva su nombre. En cuanto a Ureña, el prologuista, fue un significativo escritor, poeta y periodista; así como el propietario y director de El Pueblo Católico (editado entre 1893 y 1953). Muy ligado con ambientes católicos y conservadores de su provincia, fue asesinado al comienzo de la Guerra Civil española, víctima de la represión en la zona republicana. Durante el "alzamiento y los contraalzamientos", el autor, Ildefonso Vargas, sí salvo su vida. Sin embargo, su compañero, el presbítero Ildefonso García Martínez, tuvo peor suerte y fue asesinado junto a otros vecinos del pueblo en el cementerio de Mancha Real. El receptor de la dedicatoria, Escolástico, es probablemente -pero he de comprobarlo- hijo de Escolástico de la Parra y Aguilar (Orcera, Jaén, 1826 - Madrid, 1892), abogado y político liberal, de carácter progresista, y fue varias veces Senador y Diputado. En 1878 fue elegido Senador representando a la provincia de Ourense, cargo que ostentó hasta 1881, cuando fue nombrado Senador Vitalicio y Consejero de Estado. El que les escribe, pediatra de profesión, tiene particular simpatía por este letrado, pues fue un decidido impulsor de la Ley de protección de los niños en el trabajo de 1878.

Y llegado a este punto quiero hacer una aclaración. Ustedes, mis lectores, habrán pensado, no sin razón, que ni el autor ni el receptor de este volumen dedicado son gallegos, a pesar de que es lo que reza el título de este suelto. Y así es. El único enlace con Galicia es el parentesco del destinatario de la dedicatoria. Pero sí está vinculado con Galicia a través de la odisea por la que este ejemplar llegó a mis manos. Lo hizo en muy buen estado, sin desbaratar e intonso, lo que por cierto evidencia que nunca le fue leído al ciego don Escolástico. El caso es que, mientras no complete y ratifique fuentes y datos del receptor de la dedicatoria, tienen que perdonarme que no les relate el sucedido, no exento de curiosidad y muy relacionado con conocidos conciudadanos nuestros. Hasta que concluya el fisgoneo, ustedes se quedan en sugestiva expectativa, un par de paisanos que yo sé un tanto ansiosos y yo, en mi función de escribidor, he encontrado pie para abrir este suelto. Valgan pues la disculpa y el recurso literario. Y seguimos con libros y dedicatorias.

Paulino Pedret Casado (Santiago de Compostela, 1899-1969) siguió una intensa carrera universitaria y académica. Fue licenciado en Derecho en Santiago (1920), ordenado sacerdote en Tui (1922), doctorado en la Universidad Complutense de Madrid (1923), doctorado en Filosofía por la Universidad Gregoriana de Roma (1925), licenciado en Filosofía y Letras en la Universidad de Santiago (1931) y partícipe activo de estudios superiores de Historia Eclesiástica en Munich y Friburgo (1933). En la Universidad de Santiago fue profesor ayudante de Derecho Romano (1928) y después en Derecho Canónico (1935), Profesor Auxiliar y encargado de Cátedra (1939) y Catedrático (1942). Fue miembro del Seminario de Estudos Galegos, de la Real Academia Galega (1941) y de la de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (1968). Publicó una obra extensa y polifacética, de la que me limitaré a enumerar los cuatro trabajos publicados que obran en nuestra biblioteca familiar: El matrimonio en las instituciones sinodales de Galicia (1943), Los canónigos cardenales de Santiago (1948), Los partidos políticos españoles en primer cuarto del siglo XX y Novelas de López Ferreiro (1953).

Don Paulino formó parte del círculo de amigos de mi abuelo materno José Sánchez Lucas (1870-1931), que residió en Santiago durante década de los años 20 del pasado siglo. En aquellos años formaban parte de su tertulia, entre otros, que yo sepa, el arqueólogo y sacerdote Jesús Carro García (1874-1973) y el farmacéutico e historiador Antonio Taboada Roca. Tengo constancia de tal amistad a través de algunas fotografías que aún conservo; sin embargo, ignoro el paradero de algunos ejemplares de las que serían las primeras publicaciones de Pedret, y que este dedicó a mi abuelo. Con posterioridad, en el año 2010, en Fábula Libros de Madrid, pude hacerme con los cuatro trabajos antes citados, con su dedicatoria autógrafa a Taboada Roca. En ellas le expresa "su simpatía y viejo cariño insuperable". Antonio Taboada Roca (Melide, 1899 - Madrid, 1978), fue farmacéutico e historiador gallego, realizó investigaciones históricas y heráldicas, perteneció al Seminario de Estudos Galegos y fue académico correspondiente de la Real Academia Galega y de diferentes asociaciones para estudios genealógicos y heráldicos.

Ramón Canosa Suárez (Viveiro, Lugo, 1895-1971) cursó estudios de Comercio y Derecho en la Escuela de Comercio de A Coruña, en la Central Superior de Comercio de Madrid y en la Universidad de Barcelona, alcanzando los títulos de intendente mercantil, profesor Mercantil de Hacienda y abogado. Desempeñó cargos de relevancia en la Bolsa de Comercio, Banco de España, Banco de Crédito Industrial y como Ministro del Tribunal de Cuentas del Reino. Fue miembro correspondiente de la Real Academia Galega. Él, con su familia, fue el mantenedor y dio continuidad al Heraldo de Vivero -subtitulado Defensor de los intereses del distrito, que había sido fundado en 1912 por Benigno López Muñoz. Escribió diferentes obras sobre su profesión y un libro sobre su Viveiro natal, en tono humorístico cordial y humano, titulado Historia menuda de un pueblo gallego (Barcelona: Editorial Juventud; 1953). Son semblanzas biográficas de personajes de su pueblo, muchos olvidados, "mostrando sus aficiones, sus virtudes, sus caprichos y sus fracasos [?]. En una prosa llana, matizada y escueta [?] con una maravillosa fuerza expresiva, perfilante, emocional, hasta el punto de aprisionar en un párrafo, en una frase, toda esa gama de sensaciones que hay entre la sonrisa y la lágrima". Son palabras de quién prologó su obra, Francisco Leal Insua, con el título de Introducción a un libro amigo. A este libro le seguirían otras dos volúmenes que vienen a completar el primero: Nuevas estampas de un pueblo gallego (Madrid: Graf. Ruimor; 1967) y Vivero otra vez? (Madrid: Graf. Ruimor; 1969).

Un ejemplar de la primera edición de cada una de las tres obras citadas de Canosa sobre Vivero, se alojan en nuestra biblioteca, la de los Martinón-Torres. Los tres tomos ostentan dedicatorias autógrafas del autor a Francisco Leal Insua (Viveiro, 1910 - Madrid, 1997), escritor y periodista que tuvo intensa actividad e importantes responsabilidades en la prensa española. Entre ellas, fue director de Faro de Vigo, cargo que desempeñaba en el momento en que escribió el prólogo de este libro. En el primero de ellos la dedicatoria reza: "A mi fraternal amigo Francisco Leal Insua, con la más viva expresión de mi agradecimiento por sus líneas preliminares. Madrid, abril 1953. R.Canosa". Mis lectores saben de otros libros que en su día pertenecieron a Leal y que yo conservo (véase Faro de Vigo, 06.05.2018) y que, además de otros, fueron adquiridos en almoneda a muy bajo precio. Entre todos quiero citar el volumen que Wenceslao Fernández-Flórez (A Coruña, 1879 - Madrid, 1964) le asignó de su novela La casa de la lluvia (Madrid: Renacimiento; 1931), ya que es un autor por el que este escribidor tiene especial preferencia. Es una pena que las bibliotecas familiares se dispersen al fallecimiento de su dueño, sus deudos las desbaraten y las instituciones no hagan todo lo posible por retenerlas. Con ello, no ignoro la buena labor que, en esta área, realizan diversos organismos como la Diputación de Ourense.

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