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Los chalés de los marinos

Las casas se estrenaron en 1945 y su ubicación en Mollavao fue una deferencia de la Armada a Pontevedra, pareja a la instalación de la ENM en Marín

Puesto que ya rememoramos aquí la inauguración de la Escuela Naval Militar, que el próximo 15 de agosto celebrará sus bodas de diamante, esta víspera de su fiesta patronal viene al pelo para recrear la construcción de los chalets de los marinos en Mollavao.

Tanto la edificación de la ENM, como las residencias para jefes y profesores en Marín y Pontevedra, fueron de la mano desde el primer momento; es decir, respondieron a una idea conjunta. Una cierta sorpresa produce documentar sus inicios a mediados de 1938, todavía en plena Guerra Civil, aunque su desenlace ya estaba cantado.

El 14 de septiembre de 1938 se celebró una cumbre en el polígono de tiro Jaime Janer bajo la presidencia del comandante general del departamento Marítimo de Ferrol, a fin de "concretar las posibles aportaciones de los pueblos beneficiados" por el traslado de la ENM. Entonces, Salvador Moreno Fernández, encargado por Franco de dirigir la reconstrucción de la Armada, ya había tomado la decisión en firme del traslado de su centro de formación, desde San Fernando a Marín.

Tanto el presidente de la Diputación, Jacobo Rey Daviña, como los alcaldes de Pontevedra y Marín, respectivamente, Ernesto Baltar Santaló y José González Pérez, aceptaron algunos compromisos en aquella reunión, aunque condicionados a su ratificación por las respectivas corporaciones. La autoridad militar habló de "máxima urgencia" a sus interlocutores, dado que el inicio de las obras estaba previsto para junio de 1939.

El Ayuntamiento de Pontevedra asumió la compra de los terrenos necesarios para albergar los veintiséis chalets proyectados. Entre 1939 y 1940, la corporación municipal abordó el asunto en diversas ocasiones para salvar los escollos administrativos y económicos, hasta que acabó por designar una comisión especial, con el alcalde Hevia al frente, para agilizar las negociaciones con unos propietarios bastante esquivos en algunos casos.

Como la compra nunca acababa de cerrarse, el Ayuntamiento ofreció una alternativa a la Armada para recalcar su compromiso: una aportación de 117.500 pesetas, bien para la adquisición de los solares, o bien para la construcción de las casas. Y el 28 de diciembre de 1940 -¡vaya fecha elegida!-, el ministro de Marina comunicó a la corporación municipal, con su sincero agradecimiento, la aceptación de la propuesta como "una donación patriótica".

Nueve meses después, el ministerio anunció la subasta de las veintiséis viviendas con un presupuesto global de 1.486.810,58 pesetas y un plazo de ejecución de solo diez meses. Esa previsión no se cumplió porque la Marina tardó más tiempo en disponer de los solares de Mollavao; en algún caso no tuvo otro remedio que acudir a la expropiación forzosa.

La construcción se inició a principios de 1943 bajo la supervisión de la llamada Comisión Inspectora de Obras, a cuyo frente estaba el capitán de navío Félix Bastarreche y Díez de Bulnes. Dicha comisión vigiló de cerca la ejecución de todas las obras la ENM y de las viviendas para jefes y profesores en ambas poblaciones, y controló con puño de hierro los materiales empleados y sus costes correspondientes.

El propio Bastarreche firmó el 26 de febrero de 1943 la solicitud cursada al Ayuntamiento para la fijación de línea y rasante de la proyectada colonia en el número 68 de la calle que ya llevaba el nombre de Salvador Moreno en señal de agradecimiento para el traslado de la ENM. El rasante de las aceras se fijó en 0,12 centímetros como mínimo sobre la calzada, con una pendiente trasversal del 1%. Este trámite enmarcó el inicio de la obra.

El proyecto de esta colonia se atribuyó a Antonio Cominges Tapias, responsable del diseño final de la ENM (tras el fallecimiento accidental del primer arquitecto, Jaime Santomá), pero su autoría no consta de forma expresa en ningún documento consultado.

Tal y como puede verse actualmente, la colonia englobaba al lado izquierdo de la carretera de Marín sobre una zona elevada, un total de cinco bloques de veinte viviendas, más otro diferenciado de dos viviendas. Una plaza interior daba acceso a todo el conjunto, que posteriormente se cerró con un gran muro pétreo. Y al lado derecho contaba, a su vez, con un grupo de cuatro viviendas adosadas, así como el colegio regido por las Discípulas de Jesús.

En síntesis, cada chalet constaba de dos plantas: una planta baja con entrada trasera a cocina, despensa, habitación del servicio, baño y otras dependencias menores, además de un gran salón comedor junto a la entrada principal; y una primera planta cuya escalera de acceso desembocaba en un gran hall de entrada a los cuatro dormitorios y dos baños. Los beneficiarios de aquellas viviendas pagaban un alquiler casi simbólico.

Aparentemente no hubo inauguración oficial, sino que los chalets se ocuparon a medida que estuvieron listos, dada la urgencia existente por falta de alojamientos. Las casas se habitaron de forma progresiva entre agosto de 1945 y enero de 1946. Hasta entonces, esas familias vivieron en pisos de alquiler en Pontevedra, con una ayuda oficial para su pago.

El Ayuntamiento tuvo que acometer una ampliación de su red de aguas para prestar el servicio a la barriada, y para controlar el consumo se optó por la instalación de un contador único y el pago prorrateado entre todos los chalets.

En cuanto a la tasa por alcantarillado, el Ayuntamiento aceptó su exención como una deferencia que solicitó el Patronato de Casas de la Armada y el director de la ENM. La asesoría jurídica hizo encaje de bolillos para informar tal solicitud de manera favorable, porque si bien desde una perspectiva estrictamente legal opinó que debía rechazarse la petición, abrió una vía excepcional para atender la demanda en aras a "especiales y singulares circunstancias".

Favor por favor, el citado patronato cedió al Ayuntamiento un trozo de terreno a mediados de 1952 en el cruce de Fernández Ladreda para preservar la hipotética construcción de una gran plaza, y dio al muro de cierre de la colonia la forma circular que aún conserva actualmente.

Solo un bloque está ocupado hoy y el derribo irremediable de la colonia de Mollavao parece cuestión de poco tiempo.

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